MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01D7F34E.FC867D70" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como "archivo de almacenamiento web". Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos. ------=_NextPart_01D7F34E.FC867D70 Content-Location: file:///C:/25145EE9/2.Leonetti.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="windows-1252"
La definitud dé=
bil y el
aprendizaje del artículo definido
Weak definiteness and learning of the definite article
Manuel Leonetti
Universidad
Complutense
mleonett@ucm.es
RESUMEN
Este trabajo pr=
etende
explicar por qué los usos débiles del artículo definido en lenguas como el
español representan una dificultad para los estudiantes extranjeros. Aunque
forman parte del sistema de usos regulares regido por la condición de unici=
dad,
son en gran parte impredecibles, debido al papel que desempeñan en ellos los
estereotipos culturales y a la competición con los nombres escuetos como fo=
rmas
alternativas de expresar el mismo contenido. Los usos débiles constituyen e=
l punto
en el que el proceso de gramaticalización del artículo típicamente se bloqu=
ea,
especialmente en las posiciones de objeto y de término de preposición, y da
lugar a patrones con un alto nivel de irregularidad que no pueden derivarse=
de
un principio semántico unitario.
Palabras clave: =
artículo,
definitud, unicidad, definidos débiles, nombre escueto
ABSTRACT
En Garachana
(2008) se señalan ciertos hechos de especial interés para la enseñanza del =
uso
de los artículos -definido e indefinido- a estudiantes de español como leng=
ua
extranjera. Se trata de hechos relacionados con el uso no obligatorio del
artículo en contextos en los que su ausencia es también posible. La alterna=
ncia
entre presencia y ausencia de artículo en ejemplos como los de (1)-(3) da l=
ugar
a efectos de sentido que no se derivan de la aplicación de reglas gramatica=
les
estrictas y que obligan, según la autora, a tomar en consideración aspectos=
del
conocimiento del mundo de los hablantes, lo que puede representar una
dificultad para los estudiantes de español, especialmente para aquellos cuya
lengua materna carece de artículos: en los ejemplos (b), la ausencia de
determinante está asociada a una interpretación más específica que la
interpretación básica literal que se produce en los ejemplos (a) (estar =
en
cama es ‘estar enfermo’, y no simplemente estar situado sobre la cama; =
ir
a fútbol es ‘ir a entrenar para jugar al fútbol’, y no simplemente ir al
lugar en el que se juega al fútbol; y tener coche es ‘poseer un coch=
e /
estar motorizado’, y no ‘disponer de un vehículo determinado en un momento
determinado’).
(1) a. Está en la cama.
=
b. Está en cama.
(2) a. Voy al fútbol.
=
b. Voy a fútbol.
(3) a. ¿Tienes el coche?
=
b. ¿Tienes coche?
El fenómeno mostrado en (1)-(3) es el que de Swart y
El artículo está organizado como sigue. En la sección 2 =
se
repasan algunos conceptos generales, como el de unicidad o inclusividad, qu=
e son
la clave de una explicación de los usos del artículo. Conviene advertir aquí
que me referiré siempre al artículo definido, y no trataré los casos de
alternancia entre la presencia del artículo indefinido y su ausencia (véans=
e Garachana 2008, Morimoto =
2011 y de
Swart 2015 para observaciones sobre este punto). La sección 3 está dedicada=
a
exponer el problema de los llamados definidos débiles y sus
consecuencias para la didáctica del artículo. Como veremos, un repaso de los
hechos lleva a concluir que en gran parte se sitúan más allá del alcance de=
los
principios generales de la gramática y que, por tanto, en la enseñanza de la
lengua a extranjeros deben tratarse de forma similar a las expresiones
idiomáticas (es decir, deben ser memorizados). La sección 4 añade unas
reflexiones sobre los motivos por los que la definitud / referencialidad dé=
bil constituye
un escollo desde el punto de vista didáctico.
2. EL SIGNIFICA=
DO DE
LA DEFINITUD
La solución ideal =
a la
que aspiramos para poder explicar cualquier problema de gramática del españ=
ol
-por ejemplo, el uso del subjuntivo, o la distinción entre ser y =
estar,
tanto para hispanohablantes como para estudiantes extranjeros- consiste en
derivar los hechos de forma clara y precisa a partir de una regla o princip=
io
único, o un conjunto muy reducido de principios, que esté al alcance de la
comprensión intuitiva de los estudiantes.
Obviamente, la clave está en definir la regla o principio
sobre la que descansa toda la explicación. En muchos casos, esta regla se
reduce a establecer el significado lingüístico de un elemento, de una
construcción o de una distinción; si se muestra que un conjunto de hechos
gramaticales se sigue de la identificación correcta del significado codific=
ado
en un elemento, se consigue un resultado positivo, desde el punto de vista
didáctico, al revelar que la organización del sistema gramatical tiene un
sentido oculto que es posible sacar a la luz: en pocas palabras, se transmi=
te
la idea de que la comprensión del porqué de las estructuras gramaticales es=
tá a
nuestro alcance y tiene que ver con cómo se construye el significado. El
artículo definido es un buen ejemplo de esta situación. La explicación de su
funcionamiento podría proceder de esta forma.
El punto de partida debe ser el supuesto de que el españ=
ol
es una lengua que codifica y expresa gramaticalmente la distinción defin=
ido
/ indefinido. Muchas otras lenguas lo hacen, pero no todas de la misma
forma. Lo importante es que el español expresa la definitud en su estado pu=
ro,
por medio del artículo definido -dejo de lado aquí el análisis de los
pronombres y de otros determinantes definidos-. La definitud es una propied=
ad
semántica, que corresponde -en términos intuitivos- a la indicación de que =
el
oyente está en condiciones de identificar el referente al que el hablante
alude. De acuerdo con esto, el significado del artículo es una instrucción =
para
acceder a un referente unívocamente identificable para hablante y oyente a
partir del contenido del sintagma encabezado por el artículo mismo. Los
determinantes definidos, por tanto, garantizan al oyente la identificabilid=
ad unívoca
del referente, y esto es lo que los distingue de los indefinidos (véanse
Hawkins 1978, Leonetti 1999, 2016, y la bibliog=
rafía
citada en estos trabajos). No está de más recordar que debemos asumir -salvo
que los hechos no nos obliguen irremediablemente a ver las cosas de otra fo=
rma-
que el artículo tiene uno y un solo significado convencional, y que este se
mantiene estable a través de los contextos.
Llegados a este punto, el balance es positivo en algunos
aspectos, pero no en todos. Por un lado, disponemos de la noción clave, y
cumplimos con el requisito de que sea intuitivamente accesible y no técnica,
además de que cubrimos un número muy significativo de usos. Por otro, y
precisamente porque manejamos una noción que no está definida con precisión=
, es
fácil que surjan problemas en los usos del artículo en los que la definitud=
no
implica en realidad la posibilidad de identificar el referente, por lo meno=
s en
el sentido estricto en el que entenderían identificabilidad la mayor
parte de los estudiantes. Entre tales usos están las interpretaciones
inespecíficas de los SSNN definidos, ejemplificadas en (4), y las interpret=
aciones
débiles ejemplificadas en (5), que representan el asunto central del que
pretendo ocuparme.
(4) [El
próximo presidente de la comunidad] tendrá que ocuparse de esto.
(5) a.
No creo que por esto vaya a [la cárcel].
=
b.
Tienes que verla tocando [el piano].
=
c.
Me gustaría tener un rato para leer [el periódico].
En (4) el SN el próximo presidente de la comunidad
alude a una persona cuya identidad probablemente se desconoce, ya que el
hablante no tiene que saber quién desempeñará el cargo en el futuro; por ta=
nto,
resulta difícil hablar de identificabilidad. En los ejemplos de (5) los SSN=
N la
cárcel, el piano, el periódico remiten a entidades que no
deben ser identificadas para construir una interpretación (aunque también
podrían darse interpretaciones específicas en los contextos apropiados). He=
chos
como estos son comunes en cualquier lengua que disponga de artículo definid=
o.
Ante estas dificultades, es lógico pensar que el concept=
o de
identificabilidad unívoca que invocamos para explicar la definitud quizá te=
nga
que ser refinado o retocado, con el riesgo de abandonar una idea intuitivam=
ente
cercana para adoptar otra teóricamente más precisa pero menos rentable desd=
e el
punto de vista didáctico1.
La forma natural d=
e avanzar
es suponer que el contenido central de identificabilidad es útil para capta=
r la
mayor parte de los usos del artículo, pero es quizá un efecto superficial
observable en todos los usos con referencia específica o genérica, más que =
el
significado abstracto codificado en el artículo.
¿Cuál es, entonces, el origen de la identificabilidad? H=
ay
dos formas de responder a esta pregunta, como se suele comentar en la
bibliografía sobre definitud (véanse referencias en Le=
onetti
1999, 2016). La primera es la hipótesis de la familiaridad o de la <=
i>información
dada o consabida. Según esta hipótesis, la definitud es la indicación de
que el referente es consabido, bien porque ha sido mencionado previamente e=
n el
discurso, bien porque forma parte del conocimiento compartido por los
hablantes. Como se ha señalado a menudo, la hipótesis no permite explicar l=
os
llamados usos de primera mención, que son en realidad muy comunes, y
tampoco funcionaría bien con ejemplos como los de (4) y (5), por lo que
deberíamos descartarla -debe tenerse en cuenta que puede ser perfectamente
adecuada en lengua distintas del español-. La segunda opción es la clásica
hipótesis de la unicidad, que considero la más apropiada. Desde esta
perspectiva, la definitud es la indicación de que el referente debe ser la
única entidad (o el único conjunto de entidades, para el plural) que satisf=
aga
la descripción aportada por el SN en el contexto de uso. Esto implica que, =
en
el contexto relevante, no debe haber otras entidades que respondan a la mis=
ma
descripción, y de ello se deduce que el referente es unívocamente
identificable, porque es el único. De esta forma, unicidad e identificabili=
dad
están conectadas; habitualmente se emplean los dos términos como si fueran
equivalentes (pero véase Montero 2017 para una visión diferente).
Convenientemente adaptada para explicar la interpretación de los SSNN plura=
les
(por medio del concepto de inclusividad o referencia inclusiva de
Hawkins 1978) y para relativizar la unicidad al contexto de uso o dominio
pragmáticamente relevante, la hipótesis representa una herramienta poderosa=
y
bien definida tanto en el análisis teórico como en la enseñanza del español
como lengua extranjera. Nótese que el enfoque basado en la
unicidad en realidad engloba al enfoque inspirado en la familiaridad: la
familiaridad con el referente es simplemente una forma contextualmente
determinada de satisfacer la condición de unicidad.
¿Cuáles son las ventajas de adoptar la noción de unicidad
como contenido esencial de la definitud? Son numerosas, sin duda. En primer
lugar, los usos del artículo se explican de forma natural como el resultado=
de
tomar información de diversas fuentes al justificar la unicidad (es decir, =
son
los que son porque no son otra cosa que formas de explotar la condición de
unicidad). Un repaso a la lista bien conocida de usos de Hawkins (1978) sir=
ve
de ejemplo2 (Leonetti 1999, Montero =
2017:
cap. 7).
(6)=
a.
Cierra [la puerta], por favor.
=
b.
Tenía una mascota, y [la mascota] era un hurón.
=
c.
Falta poco para [el verano].
=
d.
[El orangután] está en peligro de extinción.
=
e.
Intenté fotografiarlo, pero se me bloqueó [la cámara].
=
f.
Falta poco para [el comienzo de la temporada].
Si los datos relevantes para la
unicidad se toman de la situación de habla, compartida por hablante e
interlocutor, tenemos usos deícticos o de situación
inmediata, como el de (6a), donde la puerta mencionada es identificable
para ambos participantes en la situación en la que se encuentran. Si los da=
tos
se toman del discurso previo, es decir, de entre las entidades que han sido=
ya
mencionadas por los participantes, tenemos usos anafóricos, como el de (6b),
donde el SN definido la mascota retoma un antecedente indefinido, y =
la
condición de unicidad se cumple porque el referente es la única mascota que=
ha
aparecido en el contexto discursivo. Si, por el contrario, los datos se tom=
an
del conocimiento enciclopédico –es decir, del conocimiento del mundo, más o=
menos
compartido por los hablantes-, tenemos usos como el de (6c), donde no es
necesario que se haya hablado anteriormente del verano para que los
participantes puedan identificarlo sin problemas como el verano que corresp=
onde
al año en curso, simplemente porque forma parte del conocimiento general que
todos los años tienen un verano. Los usos genéricos de las expresiones
definidas, como el de (6d), también están basados en el conocimiento
enciclopédico: en él se incluye el supuesto de que el orangután es una espe=
cie
identificable de primate. Entre los usos basados en el conocimiento
enciclopédico destaca el llamado uso
anafórico asociativo, ejemplificado en (6e): en él se combinan la relac=
ión
anafórica del SN definido con algún tipo de antecedente (que se infiere por=
la
relación entre fotografiar y la cámara) y el acceso a un vínc=
ulo
conceptual entre las dos expresiones tomado del conocimiento enciclopédico
(fotografiar implica usar una cámara, o algo similar); este proceso permite
satisfacer el requisito de unicidad del artículo definido en la cámara=
i>,
sin necesidad de que el referente se haya mencionado previamente. Finalment=
e,
los datos que sustentan la condición de unicidad pueden tomarse del conteni=
do
mismo del SN definido, en los usos =
endofóricos:
concretamente, de su contenido descriptivo, como en (6f), donde el compleme=
nto
del nombre permite entender de qué comienzo se habla (ya que es natural sup=
oner
que una temporada tiene un comienzo, y solo uno). En todos los casos el
referente es único e identificable.
En
segundo lugar, si se parte de la idea de unicidad es posible entender qué
tienen en común los usos específicos y genéricos de los SSNN definidos
-aquellos en que hay un referente unívocamente identificable, sea este una
entidad particular o una clase- y los usos no referenciales, como los inesp=
ecíficos
de (4) y los predicativos de (7) -aquellos en los que no existe un referente
identificable-:
(7) a.
Roma es [la capital de Italia].
=
b.
Convirtieron el puerto en [el lugar de moda].
Tanto en los usos referenciales como en los no referenci=
ales
la unicidad está en vigor. En (7), por ejemplo, se entiende que hay una úni=
ca
entidad que tiene la propiedad de ser capital de Italia, y que hay una única
entidad que tiene la propiedad de ser el lugar de moda. La condición que
subyace a todos los usos, pues, es la unicidad.
En tercer lugar, debo añadir que incluso los hechos que
suelen considerarse como contraejemplos (aparentes) para la unicidad, una v=
ez
que se examinan con detenimiento, encajan sin dificultad en un enfoque glob=
al
basado en este concepto. Estos hechos engloban, bajo el término de defin=
itud
débil, los ejemplos de (5)3 y los conocidos ejemplos de uso =
del
artículo con valor posesivo de (8).
(8) a.
Juan levantó [la mano].
=
b.
Me duele [la pierna].
Los definidos débiles requieren un comentario más detall= ado que los otros usos vistos anteriormente. Los ejemplos citados pueden recibir una interpretación “fuerte”, en la que hay un referente específico, y una débil, que es la única que interesa aquí. En la interpretación débil no se cumple la condición de unicidad, ya que el hablante no se refiere a una ent= idad determinada, y puede haber más de una entidad que corresponda a la descripc= ión: entonces las expresiones definidas se entienden como si fueran indefinidas,= y se produce un aparente, llamativo desajuste entre forma e interpretación. <= o:p>
En Leonetti (2019, 2020), siguiendo la línea de trabajos=
como Beyssade (2013), Aguilar-Guevara y Zwarts
(2013) y Le Bruyn (2014), se afronta el problema
argumentando que los definidos débiles no constituyen un contraejemplo real=
a
la hipótesis de la unicidad. Lo que sucede en la interpretación de (5) y (8=
) es
que la situación descrita no exige que se identifique un referente específi=
co
-es decir, una mano o una pierna determinadas, una cárcel, un piano o un
periódico específicos-, y el hecho de que la identificación sea irrelevante
evita que el uso de la expresión definida se perciba como una violación de =
la
condición de unicidad4. A ello se añade que la condición, si bie=
n no
se respeta en el nivel de los ejemplares particulares, sí está en vigor en =
un
nivel más abstracto, si se piensa en clases, o tipos, o funciones dentro de=
un
marco conceptual (Aguilar-Guevara y Zwarts 2013=
, Beyssade 2013 y los trabajos incluidos en Aguilar-Gue=
vara,
Le Bruyn y Zwarts e=
ds.
2014). Es el tipo abstracto, y no sus instanciaciones particulares, quien
satisface la condición de unicidad, probablemente cuando en el contexto no =
se
dispone de los datos necesarios para poder mantener la unicidad en el nivel=
de
los ejemplares individuales. Como los ejemplares individuales son
indistinguibles y no hace falta individualizarlos, quedan asimilados en un =
tipo
más abstracto. Esta es una operación de inferencia pragmática que el oyente
realiza al interpretar el SN definido para respetar la condición de unicida=
d.
Las propiedades típicas de los definidos débiles (breves=
) se
pueden entender a partir de este mecanismo. El rasgo más destacado en la
bibliografía es que las situaciones descritas forman parte de lo que
consideramos estereotipos culturales: situaciones cotidianas, habituales,
repetidas y regulares, incluso institucionalizadas (llamar al médico, ir al
hospital, ir al dentista, tomar el autobús, coger el teléfono, ir al cine, =
ir a
la playa, tomar el aperitivo, estar en la ventana); en pocas palabras, son
situaciones que corresponden a lo que concebimos como costumbres y normas. =
En
todas ellas interviene un ejemplar único del tipo denotado. Muchas de las
expresiones que incluyen definidos débiles llegan a estar lexicalizadas. ¿P=
or qué
se da esta correspondencia con lo estereotipado y lo habitual? Creo que la
lógica de la respuesta pone en primer plano el papel de la unicidad: para
satisfacer el requisito de unicidad, cuando este no se cumple en el nivel de
los ejemplares individuales, hay que pasar al nivel del tipo o de la funció=
n o
rol en un marco, sea cual sea la forma en la que definamos esta noción, y p=
ara
que esto se efectúe con éxito se requieren situaciones estereotípicas en las
que regularmente aparezca un ejemplar único de un tipo determinado. Es la
condición de unicidad el factor que explica por qué los definidos débiles
exhiben ciertas propiedades características (véase Leo=
netti
2019, 2020 para detalles adicionales).
Una
última puntualización es necesaria para completar esta sección. Cuando se d=
ice
que la condición de unicidad está en vigor, no se afirma que necesariamente=
las
cosas en la realidad respeten lo establecido por la condición, sino más bien
que, cuando el oyente interpreta el enunciado, sigue la instrucción codific=
ada
en el artículo y elabora una interpretación acorde con ella (salvo que
realmente no encuentre la forma de hacerlo, con los datos que tiene a su
disposición…). El significado de elementos gramaticales como el artículo im=
pone
una condición sobre la interpretación a la que los hablantes deben obedecer=
: es
la semántica, pues, la que decide, y no la realidad extralingüística.
Una vez integrado el caso de los definidos débiles en el
panorama global de la definitud, la conclusión de todo lo anterior es que, =
efectivamente,
la noción de unicidad nos proporciona la herramienta idónea para explicar
satisfactoriamente todos los usos del artículo definido. Debe ser, por tant=
o,
la pieza angular de la explicación para los estudiantes extranjeros en el
ámbito de E/LE. Sin embargo, como veremos a continuación, hay hechos que no
pueden derivarse sin más de esta perspectiva.
3. LOS LÍMITES =
DE LAS
PREDICCIONES
Como se comenta
acertadamente en Himmelmann (1998: 341), un enf=
oque
como el de Hawkins (1978) -como el que he presentado aquí, basado en la
interacción de semántica y pragmática- es capaz de explicar con éxito todos=
los
usos del artículo definido, pero no está claro que sea igual de exitoso con=
los
casos en los que el artículo NO se usa. Un enfoque adecuado debería definir=
la
frontera que separa los contextos de uso aceptables y los contextos que
rechazan el artículo y favorecen su ausencia (es decir, el empleo de un nom=
bre
escueto). Pero este objetivo está probablemente fuera de nuestro alcance. En
gran parte, la frontera tiene que ver con el funcionamiento de los definidos
débiles. Este es el problema que quiero analizar en esta sección.
Hay una serie de hechos relativos a los definidos débile=
s que
hacen que en este punto la posibilidad de predecir ajustadamente el
comportamiento del artículo a partir de la idea de unicidad se vea bloquead=
a.
Son bien conocidos, pero vale la pena revisarlos para observarlos desde una
perspectiva unitaria.
1. El primer probl=
ema es
que la definitud débil (en el caso de las expresiones “breves”, que es el q=
ue
nos interesa) no es un fenómeno completamente productivo, y sus límites son=
en
gran parte arbitrarios y difíciles de predecir. Los siguientes ejemplos, to=
mados
de Leonetti (2019, 2020), en los que el símbolo=
#
indica que no hay interpretación débil, lo muestran claramente:
(9) llamar al médico / #llamar al ciruj=
ano;
leer el periódico / #leer el libro; salir de la cárcel / #salir de la celda=
; ir
a la playa / #ir a la orilla; preparar el desayuno / #preparar las tostadas=
(10) leer el periódico / #arrugar el
periódico; tocar el oboe / #vender el oboe; llamar al médico / #saludar al
médico; tomar el té / #llevar el té
=
En
(9) se evalúan pares que difieren por el sustantivo del SN definido, y en (=
10)
pares en los que el sustantivo se mantiene igual, pero cambia el verbo. Lo =
que
se observa es que la productividad está fuertemente limitada por restriccio=
nes
léxicas: al sustituir nombres y verbos por otras palabras, incluso
semánticamente muy cercanas, la lectura débil desaparece con facilidad, de
forma que leer el periódico, por ejemplo, contiene un definido débil,
pero leer el libro o arrugar el periódico no pueden recibir e=
sa
interpretación. Parece claro que las restricciones léxicas son un efecto del
papel de los estereotipos: leer el periódico denota una actividad
habitual y estereotípica, mientras que leer el libro y arrugar el
periódico denotan actividades que no tienen ese estatuto cotidiano
reconocible. Esta es una característica fundamental de los definidos débiles
(breves), e implica que definir su distribución con detalle es algo que exc=
ede
el ámbito de las reglas y los principios gramaticales. El número y la varie=
dad
de las expresiones que dan lugar a definidos débiles depende de procesos de
convencionalización que operan en cada lengua al margen de la gramática, y =
en
consecuencia las posibilidades de predecir en qué condiciones habrá una lec=
tura
débil son muy limitadas. Hay que recordar que nuestro interés por la
identificación de entidades particulares varía mucho en función de la
naturaleza de esas entidades (las personas, frente a los cafés, o los
ejemplares del periódico), y esto también es externo a la gramática5=
sup>.
=
Desde
el punto de vista didáctico, topamos con el límite de la predicción gramati=
cal
en términos de unicidad, y entramos en un terreno similar al de las expresi=
ones
idiomáticas, en el que es necesario aprender e interiorizar cada caso
particular: abrir la ventana puede interpretarse como débil, pero arreglar
la ventana no, y el mismo contraste se produce entre ir al mercado=
i> y
recorrer el mercado.
2. El segundo prob=
lema
está directamente ligado al primero. La dificultad de predecir la distribuc=
ión
de los definidos débiles reaparece cuando se comparan lenguas diferentes.
Recurrir a la comparación interlingüística es siempre útil en la enseñanza =
de
una segunda lengua, pero en este caso lleva a descubrir, inevitablemente, e
incluso en lenguas muy cercanas, diferencias que no son predecibles por med=
io
de reglas generales. Los siguientes ejemplos, tomados de Leonetti
(2019), contienen datos del español, el italiano, el francés y el inglés:
mientras que en (11) las cuatro lenguas se comportan de la misma forma, en =
(12)
aparecen diferencias idiosincrásicas esparcidas por el paradigma que no
responden a un patrón de variación identificable.
(11) take the train
(ing); prendre le <=
span
class=3DSpellE>train (fr); coger el tren=
(esp); prendere il treno (=
ita)
(12) a.
#take the car (ing)=
; prendre la voiture (fr); coger el coche (esp);
prendere la macchina (ita<=
/span>)
=
b.
go to (#the) school (ing); aller
à l’école (fr); ir =
al
colegio (esp); andare a scuola/#alla scuola (ita)
=
c.
talk on the
phone (ing); parler au telephone
(fr); hablar por (#el) teléfono (esp);
parlare al telefono (ita=
span>)
=
d.
eat with (#the)
El nivel de variación interlingüística superficial que se
muestra en (12) no se puede explicar por medio de un principio gramatical. =
La
única generalización que se puede establecer con seguridad es que en algunas
lenguas el uso de los definidos débiles está claramente más extendido que en
otras. Es sabido que el italiano admite un número de definidos débiles mucho
mayor que el español. Los datos de (13)-(15) comparan una serie de expresio=
nes
en español e italiano, y confirman la marcada diferencia entre las dos leng=
uas
-que, por lo demás, tienen artículos definidos con un funcionamiento muy
similar-.
(13) a.
beber / tomar {(#el) café / (#la) cerveza / (#el) vino}
=
b.
bere / prendere {il caffé =
span>/ la birra =
span>/ il vino}
(14) a.
llevar (#la) chaqueta / ponerse (#la) corbata
=
b.
indossare la giacca<=
/span>
/mettersi la cravatta
(15) a.
tener (#el) coche / llevar (#las) gafas / tener (#el) resfriado
=
b.
avere la <=
span
class=3DSpellE>macchina / portare=
gli<=
span
style=3D'mso-bidi-font-weight:bold'> occhiali /=
avere il raffreddore
La situación es paradójica: por un lado, español e itali=
ano
contribuyen al cuadro de variación léxica idiosincrásica e impredecible des=
crito
anteriormente; por otro, el contraste entre las dos lenguas es sistemático,=
y
por tanto va más allá de una colección de pequeñas diferencias superficiale=
s.
Si damos por supuesto que la sintaxis y la semántica del artículo en españo=
l e
italiano son esencialmente las mismas, no es sencillo ubicar el origen del
contraste. En Leonetti (2019) se sugiere que es=
tá
ligado a la interacción entre la definitud débil y las situaciones estereot=
ípicas,
y que puede deberse al hecho de que en italiano los definidos débiles se
emplean incluso en casos en los que la conexión con un estereotipo establec=
ido
se ha debilitado, mientras que en español esa conexión es más restrictiva. =
De
hecho, en italiano se aceptan definidos de interpretación débil asociados a
situaciones que pueden ser más o menos comunes, pero no reflejan hábitos,
costumbres o estereotipos culturales, como en los ejemplos de (16) -nótese =
que
la interpretación de los SSNN definidos es claramente existencial, indefini=
da,
y en español corresponde a un nombre escueto-:
(16) a.
In cantina ci sono =
i topi…
(‘En el sótano hay ratones…’)
b. Ha passa=
to
il pomeriggio a
Esta relajación de las condiciones de uso de la definitud
débil en italiano se sitúa en la periferia del sistema gramatical, y es un
fenómeno de difícil delimitación y con perfiles difusos6.
Aparentemente, corresponde a una extensión del uso del artículo a costa de =
los
contextos que legitiman su ausencia, con el efecto de difuminar la relación
básica con la unicidad (de hecho, en (16) ni siquiera está claro que se pue=
da
hablar de instancias de un tipo abstracto). Si en lenguas como el italiano =
la
conexión con los estereotipos culturales establecidos se debilita, la
posibilidad de predecir la distribución del artículo se hace todavía más
difícil.
Por el momento, es importante señalar que tanto desde el
punto de vista comparativo como en el análisis de lenguas particulares la
definitud débil pone en primer plano la alternancia entre presencia y ausen=
cia
de artículo en una serie de contextos, y esto representa un nuevo obstáculo
para el intento de explicar el uso -y el NO uso- del artículo de forma
unitaria.
3. El problema de =
la
alternancia entre SSNN definidos y nombres escuetos es el siguiente. Si la
alternancia es posible, se producen casos del tipo de (1), (2) y (3), en los
que se desarrollan contrastes semánticos claros, posiblemente por el mecani=
smo
“menos forma, más significado” analizado en de Swart y Zwarts
(2009). Si la versión con artículo tiene una interpretación débil, como =
la
cama y el fútbol en (1) y (2), la versión sin artículo recibe una
interpretación marcada y enriquecida; si la versión con artículo tiene una
interpretación fuerte, específica, como el coche en (3), entonces la
versión escueta puede tener una interpretación similar a la débil, también
enriquecida. En pocas palabras, las dos construcciones tienen un valor
diferente, como se espera por el mero hecho de que coexistan. En algunos ot=
ros
casos, sin embargo, la diferencia, leve y sutil, no responde al patrón cita=
do:
en italiano, bere caffé
y bere il=
caffé no se distinguen por la lectura enriquecida=
de la
versión escueta, sino más bien por el enriquecimiento de la versión con
artículo (con el significado de ‘tener la costumbre de beber café’). En
cualquier caso, no es sencillo predecir cuándo puede haber alternancia y cu=
ándo
no.
=
Cuando
no hay alternancia, y solo una de las dos versiones es posible (por ejemplo=
, en
español, llevar corbata / #llevar la corbata o tomar el aperitivo=
/
*tomar aperitivo), el problema se vuelve más complicado. Tomemos el cas=
o de
llevar corbata. A menudo se ha señalado que esta clase de expresiones
con nombres escuetos (llevar (#las) gafas, tener (#la) fiebre=
, llevar
(#el) bigote…) tienen exactamente las mismas propiedades referenciales =
que
los definidos débiles (breves) (de Swart 2015): distribución sintáctica
reducida (normalmente, a posiciones de complemento de verbos y preposicione=
s),
dificultad para introducir referentes de discurso, alcance limitado con
respecto a cuantificadores y operadores, denotación de situaciones estereot=
ípicas,
e interpretaciones típicamente enriquecidas. Llevar corbata define u=
na
forma de vestir; ir a prisión implica cumplir una condena, y no
simplemente desplazarse a un determinado lugar; tener coche significa
pertenecer a la categoría de los motorizados; dormir bajo techo va m=
ás
allá del contenido literal y se refiere a dormir en un lugar acondicionado =
para
dormir. Esto quiere decir que este racimo de propiedades interpretativas, q=
ue
hemos tratado de asociar a la definitud, en realidad se pueden presentar
también en expresiones en las que no hay definitud formal (es decir, con
nombres escuetos; véase Montero 2017: 543-547). Definidos débiles y nombres
escuetos, pues, se reparten un mismo dominio interpretativo. ¿Cómo se expli=
ca que
corbata en llevar corbata tenga la misma lectura de definido
débil que el periódico en leer el periódico, si no hay una ma=
rca
de definitud? A un nivel formal, existe la posibilidad de suponer que ciert=
os
nombres comunes pueden pasar de una denotación de predicado (e/t, la
habitual) a una de expresión referencial (e) (véase de Swart 2015 pa=
ra
los detalles técnicos); esto explicaría que con sch=
ool
o prison en inglés se construyan expresi=
ones
como at school o in prison,
sin artículo. En última instancia, adoptar esta idea implica situar la solu=
ción
en el léxico, y no en la gramática. Es una solución es=
tipulativa,
pero satisfactoria, si no hay una forma alternativa de derivar los hechos de
principios generales.
=
En
el terreno didáctico, la situación es paralela: una solución estipulativa equivale a memorizar y aprender listas de
expresiones sin que haya una regla general detrás. Es inevitable, ya que, p=
or
un lado, no es posible predecir cuándo es posible la alternancia con un nom=
bre
escueto, y, por otro, tampoco es posible predecir, en caso de que no haya
alternancia, cuál es la versión correcta -la que contiene un artículo, o la=
que
está desprovista de él-. Para un estudiante de español, elegir entre defini=
dos
débiles y nombres escuetos se convierte en una decisión que debe apoyarse en
una interiorización progresiva de los usos (Laca 1999 trata el importante p=
apel
de la convencionalización de las expresiones idiomáticas en el funcionamien=
to
de los nombres escuetos), pero que no puede resolverse por medio de un
razonamiento inspirado en el significado. No pretendo negar que existan
factores que puedan ayudarnos a profundizar más en busca de generalizacione=
s,
pero en este momento no disponemos de pruebas sólidas. El aspecto léxico, p=
or
ejemplo, es seguramente un factor relevante en contrastes como el siguiente=
:
(17) Llevar (*la) camisa7=
sup> /
desabrocharse *(la) camisa
Llevar (camisa) es un predicado atélico,
y la atelicidad favorece la interpretación débi=
l del
objeto, en construcciones transitivas; desabrocharse, en cambio, es =
télico, y probablemente por eso exige un objeto delim=
itado,
y por tanto encabezado por el artículo. En cualquier caso, el aspecto es so=
lo
una pieza del rompecabezas.
Resumiendo, las dificultades que suscita la definitud dé=
bil
para la enseñanza del artículo son 1) que la productividad de los definidos
débiles es limitada, debido a una serie de restricciones léxicas que son
externas a la gramática; 2) que los datos comparativos, cuando se consideran
lenguas diferentes, tampoco responden a un patrón regular, aunque pueda hab=
er
contrastes sistemáticos entre lenguas (para explorar la validez de ciertas
generalizaciones desde el punto de vista comparativo, véase Sichel
en prensa); y 3) que las alternancias, posibles o imposibles, con los nombr=
es
escuetos no son susceptibles de una explicación razonada, si se piensa que
definidos débiles y nombres escuetos comparten, en muchos casos, las mismas
propiedades interpretativas, por las que los nombres escuetos se interpretan
también como si fueran definidos, y aluden a instancias únicas de un tipo
abstracto. Esta coincidencia en propiedades hace que trazar la frontera ent=
re
presencia y ausencia de artículo por medio de una generalización estable se
convierta en un objetivo inalcanzable. Como se ve, el debate acaba
entrelazándose con el análisis de la ausencia de artículo. Esto no es casua=
l.
4. GRAMATICALIZ=
ACIÓN
Y PERIFERIA DEL SISTEMA
Todo lo anterior l=
leva a
trazar un panorama en el que se distinguen dos zonas: una central,
correspondiente al sistema gramatical que engloba todos los comportamientos
regulares del artículo, derivables de la noción de unicidad, y otra perifér=
ica,
en los márgenes del sistema, donde la regularidad de la gramática nuclear se
difumina en una sucesión de idiosincrasias y huecos arbitrarios. Nos lleva a
esta distinción el análisis de la semántica del artículo definido en términ=
os
de unicidad: desde los usos clásicos, deícticos y anafóricos, hasta los usos
débiles el concepto de unicidad funciona como la idea clave para dar razón =
de
todos los datos; una vez que aparecen los usos débiles, y a pesar de que, e=
n el
fondo, no hacen más que confirmar la validez del concepto de unicidad, la
posibilidad de predecir adecuadamente la distribución del artículo se esfum=
a,
ante la multiplicación de restricciones léxicas y limitaciones arbitrarias.=
Intuitivamente, la impresión es que, después de recorrer
todos los usos habituales del artículo definido en español guiados por la
unicidad, al llegar al territorio de los definidos débiles nos adentramos e=
n la
zona de penumbra en la que los efectos de la unicidad no se perciben en tod=
os
los casos en los que se esperaría. Es un fenómeno que se repite en todas las
lenguas que poseen un artículo definido como el de las lenguas románicas y
germánicas.
Hay
que preguntarse por qué sucede esto. Numerosos lingüistas (Himmelmann
1998, Garachana 2008, Lucas 2011, Leonetti
2019) sugieren que la respuesta solo puede vislumbrarse si se adopta un pun=
to
de vista histórico. La evolución diacrónica del artículo implica que en el
largo camino que, teóricamente, el determinante recorre hasta convertirse, =
en
la fase final del proceso, en un mero marcador nominal, de aparición
obligatoria y contenido prácticamente nulo, se alcanza un punto en el que l=
os
usos que denominamos débiles se estabilizan. En esta fase evolutiva, dado q=
ue
los definidos débiles (breves) dependen de la activación de situaciones est=
ereotípicas,
los patrones de uso para las lecturas débiles no son enteramente predecible=
s en
términos semánticos. Dentro de una misma lengua, no habrá una regla estable=
que
prediga qué SSNN definidos tendrán una lectura débil. En los casos en los q=
ue
no se convencionalice el artículo, seguirá empleándose un nombre escueto. De
esta forma, en las expresiones de referencialidad débil tendremos una situa=
ción
de competición entre presencia y ausencia de artículo con un alto nivel de
idiosincrasia. Entre lenguas diferentes, se producirán fenómenos de variaci=
ón
en gran parte arbitrarios, y en parte dependientes del grado de
gramaticalización del artículo definido, es decir, del punto alcanzado por =
el
artículo en su extensión, en detrimento de los nombres escuetos. Diría que =
este
es el caso visto anteriormente del español y del italiano: el italiano pres=
enta
un estadio evolutivo más avanzado que el español, por razones que no son
fáciles de precisar, y esto resulta en un número mayor de expresiones con
artículo en terrenos propios de los nombres escuetos. El proceso de
convencionalización de los definidos débiles, por tanto, puede verse como un
caso particular de los procesos de gramaticalización.
Sabemos
que la competición entre definidos y escuetos se manifiesta sobre todo en l=
as
posiciones de objeto directo y de complemento preposicional, y que no afect=
a a
la posición de sujeto, ni al objeto indirecto (ni, en el sentido que he
analizado aquí, a las posiciones predicativas). Se trata de una situación
característica de posiciones o funciones con un grado menor de independencia
referencial, en las que el SN definido o el nombre escueto deben estar regi=
dos
por un núcleo verbal o preposicional (véase Himmelmann=
1998 para la tesis de que la gramaticalización de los artículos se ve bloqu=
eada
por los contextos preposicionales, en los que se tiende a mantener esquemas=
sin
artículo). Seguramente no es casual que los entornos de competición entre
definidos y escuetos coincidan con los entornos en los que se observan inte=
rpretaciones
débiles del artículo definido. Si todo esto está bien encaminado, nos permi=
te
además dar forma a una generalización que trasciende la distinción entre
sincronía y diacronía: los entornos en los que la gramaticalización del
artículo se ve bloqueada desde el punto de vista diacrónico son también los
entornos en los que la distribución del artículo deja de ser regular y
predecible (a partir de la condición de unicidad) desde el punto de vista
sincrónico. La integración de la perspectiva aplicada, en lo que respecta a=
la
enseñanza del artículo en el campo de E/LE, parece fácil: esos mismos entor=
nos
son, obviamente, los que configuran un obstáculo para los estudiantes, al no
permitir un reconocimiento de los hechos basado en la lógica de la unicidad=
-es
decir, en la interacción de semántica y pragmática- y obligar a la memoriza=
ción
de casos particulares y arbitrarios8.
Concluyo retomando las ideas fundamentales de lo expuest=
o:
1. Todo lo que es
esencial en el funcionamiento del artículo definido en una lengua como el
español puede explicarse a partir de la noción clásica de unicidad. La
condición de unicidad es el significado codificado en el artículo y subyace=
a
toda la variedad de usos y valores que se observan, incluso a los que
aparentemente infringen la condición, como las interpretaciones débiles.
2. A pesar de ello=
, hay
varios aspectos de los definidos débiles que escapan al alcance de este
principio: su distribución es impredecible en términos semánticos porque es=
tá
limitada por restricciones léxicas; las diferencias interlingüísticas tampo=
co
obedecen a un patrón regular; la alternancia, posible o imposible, con los
nombres escuetos es de nuevo impredecible, y muestra además que las dos cla=
ses
de expresiones compiten en muchos casos como formas de comunicar el conteni=
do
de la definitud débil, es decir, la presencia de alguna instanciación de un
tipo abstracto único. Por todo ello, en el terreno didáctico no se puede
esperar que los estudiantes de español adquieran esta parte del uso del
artículo deduciéndola del mismo principio general que se aplica al resto de=
los
usos: es previsible que esto produzca dificultades, y que obligue a recurri=
r a
la memorización de cada caso.
3. La razón por la= que los definidos débiles representan una dificultad en la adquisición -y en la descripción sincrónica- es probablemente histórica. Son la zona en la que la condición de unicidad actúa de forma restringida e impredecible, determinada por el peso de los estereotipos culturales y la suerte variable de la convencionalización de unos esquemas frente a otros. En esta zona la gramaticalización del artículo se estanca, lo que da lugar a la competición= con los nombres escuetos, en la que hay un alto grado de arbitrariedad. Surge a= sí el perfil fragmentado y complejo de la periferia del sistema del artículo.<= o:p>
NOTAS
=
[1=
]
En realidad, la idea de
identificabilidad no está libre de problemas incluso a nivel intuitivo. Como
señala Morimoto (2011: 73), los estudiantes con
lenguas nativas sin artículo tienden a confundir la identificabilidad unívo=
ca
con el conocimiento del referente por parte del oyente, lo que da lugar a
numerosos errores (por ejemplo, de omisión del artículo definido cuando se
piensa que el oyente no conoce el referente).
2
Los ejemplos están tomados=
de Leonetti (2016). No consideraré los usos denominados =
enfáticos.
3 En la bibliografía es habitual
distinguir por lo menos dos clases de definidos débiles: los breves (sho=
rt)
y los largos (long). Aquí me referiré
exclusivamente a los breves, que son los que aparecen en los ejemplos: solo
ellos revisten interés desde el punto de vista aplicado y en el ámbito de E=
/LE.
4 En Montero (2017: 483) se habla=
de
unicidad “fingida” o “falsa”.
5
A veces ante estos fenómen=
os se
tiende a pensar que no es posible separar la enseñanza de la gramática de l=
a de
la cultura, ya que la formación de estereotipos es cultural. No es así, en
realidad: lo que emerge en los definidos débiles es un fenómeno gramatical,=
no
cultural; son las condiciones de interpretación de los contextos gramatical=
es
las que favorecen o fuerzan el recurso a contenidos estereotipados. La
gramática es, en última instancia, la que manda.
6 En
Petrini (2020) se recogen diversos tipos de err=
ores
típicos de estudiantes italófonos de español, e=
ntre
ellos los derivados de los definidos débiles.
7 Es
irrelevante aquí que una secuencia como llevar la camisa planchada s=
ea
perfectamente aceptable, ya que la presencia del complemento predicativo al=
tera
las propiedades referenciales del SN objeto (este recibe, además, una lectu=
ra
fuerte).
8 Para
perfilar el alcance de mi propuesta, aclaro que no pretendo negar la existe=
ncia
de otros posibles factores que generen dificultades, ligados a la posible
interferencia de la L1 o a otros aspectos. Simplemente, no me ocupo de ello=
s en
este trabajo.
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