MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01D854A8.2A8EA520" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como "archivo de almacenamiento web". Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos. ------=_NextPart_01D854A8.2A8EA520 Content-Location: file:///C:/6E465653/6.GonzalezQuintairos.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="windows-1252"
Revista Nebrija =
de
Lingüística Aplicada a la Enseñanza de Lenguas (RNAEL) ISSN
1699-6569<=
o:p> Vol. 16 Núm.=
32
(2022) =
doi: 10.26378/rnlael1=
532478 Recibido:
30/01/2022 / Aprobado: 20/03/2022 Publicado bajo licencia de Creative Commons
Reconocimiento Sin Obra Derivada 4.0 Internacional
Estereotipia,
fraseología y traducción en las guías turísticas
Stereotypy, phraseology and translation in tourist
guides
Mª Isabel González-Rey<= /p>
Universidad de Santiago de Compostela (España)=
misabel.gonzale=
z.rey@usc.es
Alba Quintairos-Soliño1
Universidad de Vigo (España)
alba.quintairos=
.solino@uvigo.gal
=
RESUMEN
Las guías turísticas están
pensadas para atraer la atención del viajero hacia un destino determinado y
proporcionarle información sobre todo en las etapas de un viaje ya emprendi=
do (on
trip). Esta información, de índole tanto descriptiva como prescriptiva o
práctica, pero también valorativa, es presentada mediante recursos propios =
de
la retórica aristotélica gracias a una fraseología híbrida, objetiva y subj=
etiva,
que las caracteriza como género estereotipado no solo en su estructura y
expresión lingüística, sino también en su contenido. Esta estereotipia se
propaga, además, a través de la traducción, la cual refuerza su carácter de
género textual prefijado. Lo podremos comprobar en el estudio de caso de dos
guías sobre Japón, DK – Guías visuales y Guía azul, analizadas
desde el punto de vista del tratamiento de la información que aportan, los
sesgos culturales que contienen y su traducción. Comprobaremos que la prime=
ra,
conforme a las guías de viajes habituales, realza el lado positivo de cada
lugar. La segunda, en cambio, encaja más con la idea de “libro de viajes” d=
el
siglo XIX, destacando las diferencias y perpetuando estereotipos y prejuici=
os.
P=
alabras
clave: guías turísticas, estereotipia, fraseología, traducción, orientalism=
o
A=
BSTRACT
Tourist guides are designed to
attract the traveller's attention to a given destination and to provide
information, especially on the stages of a journey already undertaken (‘on
trip’). This information, which is both descriptive and prescriptive or
practical in nature, but also evaluative, is presented by means of resources
typical of Aristotelian rhetoric thanks to a hybrid, objective and subjecti=
ve
phraseology, which characterises tourist guides as a stereotypical genre not
only in their structure and linguistic expression, but also in their conten=
t.
This stereotypy is also propagated through translation, which reinforces its
character as a prefixed textual genre. This can be seen in the case study of
two guides on Japan, DK –
Guías visuales =
and Guía azul,
analysed from the point of view of the treatment of the information they
provide, the cultural biases they contain and their translation. We will fi=
nd
that the first one, in accordance with the usual travel guides, highlights =
the
positive side of each place. The second, on the other hand, is more in line
with the idea of the 19th century "travel book", highlighting
differences and perpetuating stereotypes and prejudices.
K=
eywords:
tourist guides, stereotypy, phraseology, translation, orientalism
1. INTRODUCCIÓN=
b>
El
interés cada vez mayor de los lingüistas por el estudio y el análisis del d=
iscurso
turístico está relacionado con el auge de un sector que representa en muchos
casos el motor económico principal de un país. El
reconocimiento de una lengua de especialidad propia de un ámbito profesiona=
l,
como es el turismo, se justifica por el hecho de constituir una esfera de
actividad muy estructurada y dinámica, en constante crecimiento y
diversificación. El valor lingüístico y discursivo del material turístico q=
ue
deriva de esa esfera es objeto de estudio en un número cada vez más elevado=
de
trabajos que abordan el tema desde distintas perspectivas: inicialmente des=
de
la geografía, la antropología, la sociología, la psicología social y los
estudios culturales (Calvi, 2010, p. 10), ahora muchos se giran hacia la
lingüística (Calvi, 2012, 2016a/b; Mira Rueda, 2009) o la traductología
(Santamaría Urbieta, 2014).
Entre
este material turístico, las guías ocupan un espacio especial desde su
irrupción como fuente de información para los viajeros (Molina Collado, 200=
5).
Coincidiendo con un momento de gran expansión del turismo en los años 80 del
siglo XX, estas guías en su forma impresa constituyen por entonces, según un
estudio realizado por Gitelson y Crompton (1983)2, el 50 % =
de
las fuentes de información que utilizan los individuos en el complejo proce=
so
de una toma de decisión sobre un destino, después de familiares y amigos. L=
as
nuevas tecnologías, tan en boga hoy en día en el turismo llamado turismo=
2.0
(Calvi, 2016b), han modificado su impacto e influido en su formato sin, por
ello, restarles valor.
A
pesar de su fuerte evolución, desde su forma impresa hasta su forma virtual,
las guías turísticas presentan una estereotipia de base que las caracteriza
tanto en su contenido como en su estructura y expresión lingüística. Esta
estereotipia las hace fácilmente reconocibles no solo en el conjunto de la
lengua en general, sino también en el interior de la lengua del turismo. En
ella, participan unas reglas internas de elaboración que permiten la formac=
ión
de un tejido fraseológico propio en la lengua de origen, así como unos
elementos de difusión a través su traducción a otras lenguas.
Ahora
bien, ese tejido tiene la capacidad no solo de contribuir a definirlas como
género discursivo estereotipado, bien delimitado dentro de la lengua del
turismo, sino también de favorecer su adaptación a nuevos formatos
comunicativos, surgidos de los cambios que se operan dentro del sector,
salvaguardando su esencia como guías turísticas.
Esta
doble capacidad proviene de un tejido híbrido formado por una fraseología, =
por
un lado, objetiva (terminológica), que sirve para caracterizar las guías no
solo desde el punto de vista de su estructura y expresión lingüística, sino
también desde el de su contenido, y, por otro, subjetiva (ponderativa y
apelativa), que las va adaptando a las nuevas vías de comunicación, alteran=
do
su forma sin modificar su función. Ambas permiten así que el género siga si=
endo
reconocible dentro de su estereotipia, una estereotipia que se propaga tamb=
ién
a través de la traducción.
Para mostrar ese carácter híbrido, en este trabajo=
se
incluye un estudio de caso de dos guías turísticas sobre Japón, DK –=
Guías
visuales y Guía azul, analizadas desde el punto de vista del
tratamiento de la información, que aportan a través de su estructura y de su
tejido fraseológico, y de su traducción. Comprobaremos que la primera respo=
nde
al formato de las guías de viajes habituales, que realzan el lado positivo =
de
cada lugar. La segunda, en cambio, encaja más con la idea de “libro de viaj=
es”
del siglo XIX, con comentarios que buscan destacar las diferencias, perpetu=
ando
estereotipos y prejuicios.
1. LAS GUÍAS TURÍSTICAS
Definir y caracterizar las guías turísticas en el conjunto del material turístico no resulta tarea sencilla si se tienen en cuenta todas las variables que entran en su elaboración y difusión. Esas variables son numerosas y condicionan el producto final. Entre ellas, podem= os citar el formato textual que adopten, el medio de comunicación que se utili= ce, el agente que las impulse, el momento del proceso viajero en el que se encuentre el turista y el propio traductor de las mismas.<= o:p>
1.1 Definición
En =
su versión digital, el Diccionario de la
Lengua Española (Real Academia Española) recoge la siguiente definición=
de
la palabra guía en su 4.ª acepción3: 4. f. Lista impresa de datos o noticias referentes a determinada materia. Guía del viajero. Por su parte, el Diccionario de u=
so
del español de María Moliner indica lo siguiente: “Libro o folleto con
información práctica, instrucciones, etc. Sobre algo: ‘Guía [turística] de
Ámsterdam, guía médica, guía de uso’” (2008, p. 854). Ambas definicion=
es
poco nos dicen de lo que son realmente las guías turísticas desde la
perspectiva de la lengua general. Sin embargo, ya es cosa corriente confron=
tar
la lengua general a las lenguas de especialidad (Lerat, 1995) y, por tanto, no es
extraño recurrir, para obtener una definición
más precisa, al campo de la terminología, disciplina dedicada al estudio del
léxico de las lenguas de especialidad, y a los diccionarios específicos4.
Dicho esto, toda lengua de especialidad tiene, además de una terminología, =
una
fraseología que tiene en cuenta no solo el contexto y su poder de
combinabilidad con el resto del texto, sino también la dimensión discursiva=
en
la que se inscribe ese texto, de tal modo que puede variar en función de sus
objetivos de comunicación.
Los múltiples ámbitos
que se dedican al turismo, desde los propios proveedores de servicios hasta=
los
centros educativos encargados de formar a profesionales del sector, aportan
posibles definiciones de lo que es una guía turística. Esta sería una de el=
las:
“en su primera definición podemos decir que se trata de una publi=
cación
impresa o digital tipo manual, revista, libro o folleto, el c=
ual
contiene datos e información de interés para el viajero”5.=
span>
Sin embargo, esta de=
finición
sigue sin cubrir todas las facetas de una guía turística, por lo que procede
ahondar en el tema desde el ámbito, esta vez, de la investigación. Varios estudio=
sos
del tema ofrecen algunas, como esta de Dann (1996) que define las guías
turísticas como textos de tipo utilitario, que sirven sobre todo en las eta=
pas
de un viaje ya emprendido, es decir, cuyo momento de fruición, o uso, se si=
túa
más bien durante el viaje (on trip según Dann). Están redactadas en =
las
principales lenguas funcionales del viajero (materna para el viajero local o
internacional para el viajero extranjero), con el objetivo de proporcionarle
información sobre su lugar de destino. Muchas se inscriben en el discurso
concebido desde un inicio para ser traducido a otros idiomas (Bugnot 2009: =
59),
aunque todo depende de los impulsores de las mismas y de los medios de difu=
sión
empleados. Así, las hay de origen institucional o privado, destinadas a un
público nacional o internacional, difundidas en folletos de mano o virtuale=
s.
1.2 Función
Las=
guías
turísticas están pensadas para atraer la atención del viajero hacia un dest=
ino
determinado (Bugnot, 2009, p. 59). Se conciben actualmente como productos de
reclamo. Responden a intereses a la vez utilitarios y económicos, ya que, p=
or
una parte, ofrecen a los usuarios una información que les permite organizar=
su
estancia mediante itinerarios, monumentos y actividades y, por otra, favore=
cen
el desarrollo económico de los proveedores de servicios en los puntos de
destino.
Se
elaboran en gran parte en el mundo editorial, promovidas por entidades públ=
icas
o privadas, con el fin de responder a la demanda de información de los turi=
stas
llegados ya a destino. Esta información puede ser de índole tanto descripti=
va
(historia de las ciudades, museos, playas, monumentos, etc.) como prescript=
iva
(instrucciones, recomendaciones y consejos destinados a guiar el comportami=
ento
de los turistas en determinadas situaciones) o práctica (información sobre
hoteles, restaurantes, divisas, etc.). Pero también puede ser valorativa, ya
que contienen en su formulación elementos propios de la Retórica clásica,
orientados a deleitar y convencer.
Estos
elementos van destinados a presentar el destino turístico desde una doble
perspectiva, local y global a la vez: local, presentándolo como una entidad
dotada de una idiosincrasia propia y singular y, por lo tanto, muy diferent=
e de
la del visitante; global, ofreciendo de él la imagen de un lugar cosmopolit=
a,
con mentalidad abierta y acogedora y, por lo tanto, seguro y confortable
(Bugnot, 2009, p. 61). Su función esencial es dar del destino turístico la
mejor imagen posible, presentándolo como el lugar idílico al que viajar.
2. GÉNERO TEXTUAL Y TIPOS DISCURSIVOS
Las=
guías
turísticas se inscriben en un género textual determinado, el de los textos
turísticos. Las primeras guías turísticas españolas de finales del siglo XI=
X,
llamadas Guías turísticas histórico descriptivas, empiezan a
caracterizar el género textual al que pertenecen. Según Bordonaba Zabalza
(2012):
El interés por estas guías turísticas se justifica
porque son representativas de una fase de asentamiento de este género, que
oscila entre un modelo de texto histórico-descriptivo, con un fuerte compon=
ente
cultural, y un modelo de texto descriptivo en el que la información práctic=
a y
visual van adquiriendo un papel relevante” (Bordonaba Zabalza, 2012, p. 26).
Estas guías se ven influenciadas por el estilo
literario de los libros de viaje6, tan en boga a mediados del si=
glo
XIX entre las minorías ilustradas de Europa.
2.1. Desde la perspectiva textual
Des=
de la
perspectiva de la noción de género —la cual toma impulso a partir de los añ=
os
90 en el ámbito de la lingüística de corpus gracias a nuevas herramientas de
tratamiento automático de textos— se pone en evidencia la distinta distribu=
ción
de sus elementos lingüísticos en función de los géneros textuales. La condi=
ción
estructurante que los géneros ejercen sobre la configuración de los textos
lleva a pensar no solo que cada género tiene su propio sistema lingüístico,
sino que cada texto tiene su propia fraseología.
Como
indica L.-J. Rousseau (2008, p. 6), “L’étude des technolectes implique, =
pour
les terminologues, le recours à l’approche textuelle de la terminologie, et
notamment l’étude de la phraséologie”7. Pero no solo lo es para los terminólogos,
sino también para cualquier lingüista que aborde el estudio de una lengua de
especialidad. El enfoque textual de un tecnolecto contribuye a entender su
función comunicativa con respecto al sector profesional al que pertenece, p=
ero
también con respecto al público objetivo al que van destinado los productos=
de
ese sector. En ese enfoque textual juega un papel decisivo la fraseología
porque gracias ella se puede comprender el modo en el que se elaboran los
conceptos y la terminología propios de ese ámbito profesional. Desde la
perspectiva fraseológica, el enfoque textual permite descubrir el modo en q=
ue
se desarrolla la lengua de especialidad en sus contextos de uso. El mismo a=
utor
así lo afirma cuando concluye que “il serait du plus grand intérêt de
relever et de décrire les « phrasèmes » (ou « phraséologismes ») […] afin de
compléter la description du mode d’emploi des termes dans leur environnement
discursif”8 (Rousseau, 2008, p. 6).
El
papel de la fraseología es, pues, fundamental para determinar el género al =
que
pertenece un texto dado. Su relevancia se manifiesta en el uso de un tejido
fraseológico (González-Rey, 2020) que sirve para formalizar un tipo textual,
dotándolo de unas expresiones y estructuras muy concretas. El estudio de ese
repertorio fraseológico permite definir con precisión su tipología textual =
no
solo desde el punto de vista de la producción escrita, sino también de su
traducción.
Ahora bien, en el caso de las guías turísticas, el
análisis del tejido fraseológico nos va a llevar a romper con la idea de gé=
nero
homogéneo que las suele situar en el tipo discursivo de la descripción
objetiva, a la vez que a mostrar que forman un género que mantiene unos ras=
gos
que las hacen reconocibles como tal. El estudio de ese tejido, compuesto por unas unidades fraseológicas, así como por unas estructuras gramatic=
ales
con las que están estrechamente relacionadas, va a permitir definir las guí=
as
como un género híbrido, en términos de Bhatia (2002), que habla de géneros
mixtos (mixed o embedded genres) cuando estos combinan difere=
ntes
propósitos comunicativos.
2.2. Desde la perspectiva lingüística
La
función que desempeña el lenguaje en la configuración del destino turístico=
ha
sido puesta en valor en estudios tempranos, como el de Dann (1996), que ve =
en
la elaboración del discurso turístico un instrumento de control social. Gran
parte de los trabajos de corte lingüístico que se han interesado posteriorm=
ente
por la lengua del turismo hacen hincapié, entre otros, en las guías turísti=
cas
(Calvi, 2010, p. 11).
Las técnicas redaccionales que presiden =
la
elaboración de las guías turísticas pueden ser un objeto de estudio interes=
ante
por el hecho de constituir el medio de proporcionar al usuario información
sobre un lugar desconocido. En este sentido se valen de varios tipos de
discursos, como el histórico-descriptivo, visto en las primeras guías, o el
descriptivo-valorativo, de corte incluso prejuicioso, empleado en los diari=
os
de viaje, tan típicos en la Europa decimonónica. Sin embargo, con el paso a=
las
guías llamadas objetivas, los recursos lingüísticos fueron evolucionando,
introduciendo otros tipos discursivos propios de la retórica aristotélica, =
con
un lenguaje persuasivo de tipo apelativo (centrado en el receptor, aquí el
turista, pero también en el emisor), ponderativo (poniendo en valor las
cualidades del destino y de su gente, con el fin de excitar las emociones d=
el
receptor) y lógico (aportando datos veraces que demuestren la verdad del
mensaje).
3. GUÍAS TURÍSTICAS Y ESTEREOTIPIA
Las=
guías
turísticas presentan una estereotipia tanto en su forma como en su fondo. L=
a noción
de estereotipia es entendida aquí en su sentido primitivo, como algo que se
repite, y en su sentido metafórico, con relación a la transmisión de ideas
reduccionistas y a menudo prejuiciosas. Esta noción se manifiesta en la for=
ma,
mediante la presencia de isotopías que suelen estar siempre presentes en la
propia estructura de las guías, expresadas además gracias a una fraseología
particular para cada una de esas isotopías, y en el fondo, por medio de ses=
gos
culturales que afloran según las autorías de partida y que se manifiestan e=
n el
proceso traductológico o paratraductológico9.
3.1. Desde el punto de vista de la forma
El =
número
de aspectos que incluyen las guías turísticas en la presentación de la
información del punto de destino, así como el orden en el que aparecen, pue=
den
variar de una a otra. Aun así, Bugnot, en su trabajo contrastivo sobre el m=
odo
en que ciertos sitios web promocionan un mismo destino, destaca la presenci=
a de
ciertos topoi que se repiten, tales como la importancia cualitativa =
dada
al lugar, su grado de idiosincrasia, el modo de referirse al propio turista=
o
al lugareño, la alusión a los personajes más famosos del lugar, la mención =
de
los lugares de visita obligada o de productos autóctonos, o la referencia a=
la
seguridad. Esta presencia la lleva a afirmar que “el discurso turístico es
vehículo de un código estereotipado genérico pertinente que nos remite a
lugares comunes, a topoï vacacionales, a habitus característi=
cos
del receptor del discurso apelativo” (Bugnot, 2009, p. 67).
Esta
serie de isotopías va acompañada de una fraseología cuyos elementos suelen
componer el tejido fraseológico del texto mediante distintas expresiones
distribuidas en el texto a cierta distancia unas de otras, de forma más o m=
enos
correlativa, y que funcionan como argumentadores, conectores o modalizadore=
s10.
Esta distribución revela que existe una relación entre ellas, formando un
conjunto de elementos en el que se sustenta el desarrollo de las isotopías =
del
texto. En cada una de estas intervienen, en proporciones diferentes, las
distintas categorías de expresiones y su análisis permite evidenciar la
presencia de una fraseología híbrida, compuesta de una fraseología objetiva,
con elementos terminológicos propios del lenguaje del turismo, y una fraseo=
logía
subjetiva puesta al servicio del discurso ponderativo y apelativo de las gu=
ías
turísticas. En la fraseología objetiva prevalecen las colocaciones11=
sup>
de tipo nominal y verbal, con una función de argumentadores que sirven para
desarrollar el contenido temático de las guías desde la objetividad de los
hechos. En la fraseología subjetiva, destacan, por un lado, los elementos
ponderativos, con locuciones12 o esquemas fraseológicos13=
sup>
con los que se quiere poner en valor los bienes y servicios del sector y, p=
or otro,
los elementos apelativos con construcciones de tipo pragmatémico, que
contribuyen a darle presencia al lector, pero también al emisor. Así, la
referencia directa al turista se hace mediante el uso de pronombres de
interpelación directa como usted en frases como este lugar le bri=
nda
[a usted] la oportunidad de …), pero la presencia del emisor se puede
manifestar también en el uso de una fraseología afectiva que expresa sus
emociones (¡bendita tierra!), e incluso la de ambos (emisor y recept=
or)
coinciden en expresiones como No creáis que… En esta fraseología
subjetiva, locuciones y pragmatemas asumen una función modalizadora que per=
mite
canalizar los puntos de vista del locutor sobre su propio discurso. En ambas
fraseologías, la objetiva y la subjetiva, están por igual las UF que sirven=
de
conectores para estructurar el discurso tanto a nivel intrafrástico como
interfrástico.
Las guías turísticas son, según Garzone (2007), una buena muestra de la introducción de aspectos promocionales en los discursos= de mayor neutralidad emotiva. Si bien la fraseología objetiva desempeña una función central en el discurso neutral de las guías, en esos aspectos promocionales juega un papel relevante la fraseología de tipo subjetivo que permite desta= car los atractivos del punto de destino, mediante un discurso ponderativo y apelativo. Ahora bien, como indica Bathia (in Calvi, 2010, p. 15), aunque estos propósitos se pueden presentar como complementarios, también pueden entrar en conflicto, como es el caso cuando existen sesgos culturale= s.<= o:p>
3.2. Desde el punto de vista del fondo
El análisis que ha hecho Bugnot (2009, p. 64) de las isotopías presentes en ciertas guías turísticas la ha llevado a poner de relieve la presencia de varios elementos de la estereotipia, como la introducción de valores etnocéntricos en los textos exógenos (como en el caso de la ciudad de Buenos Aires y la imagen de ciudad europea que da de ella el turoperador anglosajó= n Lonely Planet)14. El resultado de su estudio le hace concluir que e= n la elaboración de las guías turísticas la intencionalidad propagandística se b= asa en “un elaborado equilibrio entre rasgos del endogrupo y atributos del exogrupo” (Bugnot, 2009, p. 60). <= o:p>
Sin
embargo, esa noción de etnocentrismo se puede dar, como vamos a poder compr=
obar
en el estudio de caso, no solo en casos de observación parcial de una cultu=
ra
ajena, interpretada a través de la propia, sino también en caso de admiraci=
ón
desmedida hacia esa cultural ajena, perdiendo la objetividad incluso sobre =
la
propia. El equilibrio que Bugnot señala como algo elaborado se puede romper
fácilmente cuando esa estereotipia, entendida hasta ahora en su sentido
primitivo y etimológico como algo fijo y repetido en su forma textual, adqu=
iere
su sentido metafórico de ideas preconcebidas y prejuiciosas.
Los
sesgos culturales que siguen apareciendo en las guías turísticas recuerdan =
los
diarios de viaje del siglo XIX, donde la información que aportaba el viajero
escritor era bidireccional, es decir,
como señala Alburquerque (2006, p. 81), “ilustra tanto sobre la cultura
visitada como sobre el bagaje cultural y los prejuicios del que visita”.
3.3. Desde el punto de vista de la traducción
Para
Cronin (2000) la traducción representa uno de los factores principales
susceptibles de explicar el fenómeno turístico, al favorecer el descubrimie=
nto
de la diversidad lingüística y el encuentro con otras culturas. El interés =
que
ha despertado la traducción del material turístico en los últimos años (Fue=
ntes
Luque, 2005; Nobs, 2006, entre otros) refuerza esa creencia.
Cierto
es que el éxito en la difusión de la información turística va ligada
necesariamente al número de lenguas en que vaya traducida. En el caso de las
guías, las lenguas en las que se redactan son de dos tipos:
-
en la lengua local, destinada al endogrupo.
-
en la lengua extranjera, propia del exogrupo.
En
el primero de los casos, los autores de las guías pueden ser nativos hablan=
tes
de la misma lengua que la del endogrupo, con lo cual se ve garantizada una
connivencia de base con respecto al punto de destino de los viajeros, sea c=
ual
sea el prisma con el que se traslade su realidad. Pero también existen auto=
res
que pueden serlo de guías sobre destinos de cuyas lenguas son alófonos. En =
este
caso, intervienen representaciones, nacidas de la comparación entre las
distintas culturas que manejan, la propia y la ajena, que filtran la realid=
ad
que transmiten al turista. Esta comparación opera a un nivel a la vez
consciente y manifiesto cuando la expresan directamente en el argumentario =
de
sus textos, e inconsciente mediante la presencia de sesgos culturales y
lingüísticos.
Estos
dos tipos de autores, al ser traducidas sus guías a otras lenguas, repercut=
en
en sus traductores. En las guías de los autores nativos, intervienen
traductores cuyo trabajo consiste en expresar con corrección en lengua meta=
lo
que pone el texto de origen. En este caso, juega un papel relevante la aten=
ción
prestada a la calidad de la expresión, teniendo en cuenta la importancia que
revisten las guías para los turistas. Ahora bien, esta calidad se ve a menu=
do
poco cuidada, visto lo infravalorado que está el trabajo de traducción de l=
as
guías por parte de las administraciones públicas o las agencias de viaje. La
escasa relevancia que les conceden les lleva a no realizar mucha inversión
económica en este recurso (Calvi, 2012) y dejan su traducción en manos de
personas poca cualificadas (Fuentes Luque, 2005).
En
el caso de los autores alófonos, la cuestión traductológica contiene una do=
ble
problemática. Los traductores se enfrentan, por un lado, a los mismos probl=
emas
señalados en el caso de los textos realizados por autores nativos, es decir,
traducirlos del modo más idiomático posible, pero, por otro, a los que plan=
tea
la propia paratraducción que contiene el texto de partida. Al estar hecho p=
or
un autor con competencias lingüísticas y culturales diferentes, ese texto
constituye un paratexto donde se produce una primera experiencia intercultu=
ral
a la que el traductor añadirá la suya.
Por
otro lado, la traducción suele contribuir a la propagación de la estereotip=
ia
que caracteriza parte de las representaciones que transmite el material
turístico. Así, en el caso de las guías turísticas, contribuye a reforzar
todavía más, si cabe, su carácter de género textual prefijado al difundir s=
us
contenidos en la forma en las que han sido elaboradas. Además, importa valo=
rar
su papel prestando especial atención a las dificultades lingüísticas y
culturales que plantean (Cronin, 2000; Fuentes Luque, 2005), ya que estas
pueden repercutir en su calidad. El resultado que alcance el proceso
traductológico tendrá, efectivamente, su parte de responsabilidad en el éxi=
to
que consiga tener el destino entre los turistas. Teniendo esto en cuenta, e=
s,
pues, especialmente relevante ver cómo puede reforzar la estereotipia de un
género ya de por si estereotipado.
En el estudio de caso que sigue vamos a poder
contrastar dos guías producto de estos dos tipos de fenómenos traductológic=
os:
una guía sobre Japón, redactada inicialmente en inglés y traducida al españ=
ol,
y otra redactada directamente en español. En la primera, se superponen las =
dos
experiencias interculturales, la del autor nativo inglés alófono de japonés
cuyo texto ha sido traducido al español. En la segunda se pone el foco en e=
sa
experiencia intercultural trasladada por los autores nativos españoles alóf=
onos
de japonés. El lector español de las dos guías obtendrá de ambas informacio=
nes
que pueden ser comunes en cuanto a datos objetivos, mediante el uso de una
fraseología objetiva relacionada con las isotopías relativas sobre todo a la
historia, los aspectos económicos y la seguridad del lugar. Pero también po=
drán
darle una visión muy diferente en función de las representaciones que los
autores alófonos aporten en cada una de ellas.
4. ESTUDIO DE CASO
En este trabajo se incluye un estudio de caso de d=
os
guías turísticas sobre Japón, DK – Guías visuales y Guía azul,
analizadas desde el punto de vista del tratamiento de la información que
aportan y de su traducción, pero también desde el punto de vista de los ses=
gos
culturales. Comprobaremos que la primera responde al formato de las guías de
viajes habituales, que realzan el lado positivo de cada lugar. La segunda, =
en
cambio, encaja más con la idea de “libro de viajes” del siglo XIX, con
comentarios que buscan destacar las diferencias, perpetuando estereotipos y
prejuicios.
4.1. Dos guías turísticas sobre Japón: DK – Guí=
as
visuales y Guía azul
Para este estudio se han escogido dos guías turíst=
icas
de un mismo destino, Japón. La primera de ellas es DK – Guías visuales:
Japón, publicada en 2018 por la editorial Dorling Kindersley (DK), del
grupo Penguin Random House. Se trata de una traducción al español de la guí=
a en
inglés DK Eyewitness Travel: Japan que se reeditó en 2017. Como viene
siendo habitual en esta colección de la Dorling Kindersley, en los créditos=
no
se reconoce ni la autoría de la obra ni la de la traducción, pues en dicha
página solo figura el nombre de la editorial. En cuanto al formato, estamos
ante una guía de viajes extensa, pero compacta, y claramente centrada en la
imagen, —con numerosas ilustraciones, extractos de planos, etc., así como
fotografías de todos los tamaños que pueden llegar a ocupar toda la página o
gran parte de ella—, algo que se refleja en el eslogan de la colección: “Las
guías que enseñan lo que otras solo cuentan”.
La segunda obra en la que se centra este trabajo e=
s Guía
azul: Japón, de García Marín y Martínez y publicada por Ediciones Gaesa=
en
2016. En este caso, el texto ha sido redactado directamente en español, por=
lo
que no se trata de una traducción interlingüística como en el caso de DK=
–
Guías visuales. No obstante, el hecho de que los autores interpreten los
símbolos de la cultura japonesa y los traduzcan para que sean
comprendidos en el contexto hispanohablante podría encajar en lo que la Esc=
uela
de Vigo denomina paratraducción (Yuste Frías, 2017). Es más,<=
i> la
falta de conciencia de García Marín y de Martínez sobre el acto
paratraductológico mismo convertiría a la Guía azul en lo que podría=
mos
acuñar como “paratraducción espontánea”. Así mismo, es especialmente
interesante el uso de la lengua japonesa dentro de la guía, en forma de
pequeñas inserciones en medio de algunas secciones, que nos permitirá tambi=
én
observar qué uso se le da a la lengua foránea en el discurso turístico de u=
na
guía producida íntegramente en España.
4.2. Análisis y resultados
Desde el punto de vista del tratamiento de la
información, las guías de viajes se caracterizan por el uso de un lenguaje
apelativo, la hibridación del discurso objetivo con el subjetivo y la
importancia cualitativa que se le da a determinados elementos, como el luga=
r,
la historia o la seguridad. Todo ello converge en un tejido fraseológico muy
particular que desgranaremos a lo largo de este estudio.
En DK – Guías visuales: Japón, todas las
características que hemos mencionado se suceden una tras otra, texto a text=
o:
Para comprender Japón, el visitante debe dedicar un
tiempo a recorrer los callejones y alrededores de su vieja capital imperial,
que atesora y conserva en toda su modernidad muchos de los monumentos más
célebres del país. Los ciudadanos de Kioto envidian la vitalidad económica =
de
Tokio y Osaka, pero se enorgullecen de su cocina, su dialecto melodioso y su
sensibilidad hacia las estaciones (Anónimo, 2018, p. 159).=
Así,
en este fragmento sobre Kioto, podemos observar que la descripción del luga=
r,
aparentemente objetiva, no es tan inocente como podría parecer: la colocaci=
ón
“capital imperial” en referencia a Kioto alude ciertamente a los monumentos=
más
famosos del país, pero el empleo del adjetivo “vieja” convierte aquí el
lenguaje en un modo de crear un texto subjetivo cercano al marketing=
. Así,
la antítesis introducida al describir la capital en una misma oración se ve=
en
el contraste entre el adjetivo “vieja [capital]” con la locución “en toda su
modernidad” en su función de modalizador del discurso, con el que se percibe
claramente el valor ponderativo del mensaje. De este modo, se están present=
ando
dos ideas: por un lado, se intenta convencer al lector de que debe visitar =
la
ciudad porque tiene elementos para todos los gustos (Kioto es una ciudad
histórica que permite conocer las tradiciones del país vs. Kioto es =
una
ciudad plenamente contemporánea). Por el otro, se juega con el propio
discurso turístico nipón, que actualmente combina la idea del “Japón
misterioso”13 con la estrategia “Cool Japan” y que se enmarca en=
una
estrategia de soft power que busca
posicionar internacionalmente a Japón como un país que conserva sus tradici=
ones
a la vez que se sitúa a la vanguardia de la tecnología y la innovación, como
refleja el eslogan When Tradition meets the Future. Esta contraposic=
ión
responde a la doble función del lenguaje turístico, orientada a recalcar a =
la
vez lo cosmopolita y lo local con el fin de atraer a todo el mundo y garant=
izar
el equilibrio entre la seguridad de lo conocido y la atracción por lo
desconocido.
Este
mismo fragmento presenta otras características del tejido fraseológico
turístico, como el uso de argumentadores en las colocaciones del tipo de=
dicar
un tiempo a~, vitalidad económica o dialecto melodioso. La guía
anima a los visitantes a evitar las prisas (dedicar un tiempo a~, recorr=
er
[un lugar], etc.), a no limitarse a los aspectos más célebres de la ciu=
dad
(“recorrer los callejones y alrededores”) y a crear nuevas expectativas al
sugerir que Kioto podría albergar aspectos diferentes con respecto a otros
lugares del país, exacerbando a la vez su curiosidad por este y por los dem=
ás
lugares. Esto se refleja en el énfasis que la guía hace en destacar que Kio=
to
fue capital imperial y que, pese a que sus “ciudadanos […] envidian =
la
vitalidad económica de Tokio y Osaka”, estos encuentran muchos aspectos
positivos de los que estar orgullosos, como su gastronomía. Este énfasis se
observa claramente en la contraposición entre la colocación “capital imperi=
al”
vs. “vitalidad económica”.
Lo
mismo ocurre en este otro párrafo, cuando se introducen fraseologismos prop=
ios
del turismo como gusto exquisito o últimas novedades, donde l=
os
adjetivos sirven para ponderar cada elemento con el fin no solo de ponerlos=
en
valor, sino también de crear un contraste que atraiga la atención del turis=
ta,
en este caso entre tradición y modernidad:
Kioto es famosa en todo Japón por la calidad de su
artesanía y de sus productos alimenticios, conseguida después de complacer
durante siglos el gusto exquisito de aristócratas, abades, maestros del té y
mercaderes. Aquí coexisten tiendas venerables y comercios apilados con las
últimas novedades, haciendo de las compras una experiencia curiosa, pero nu=
nca
aburrida (Anónimo, 2018, p. 184).
Para
retratar lo tradicional no solo se echa mano de colocaciones como “maestros=
del
té”15 para introducir un discurso objetivo basado en argumentado=
res
propios del tecnolecto del turismo, sino en locuciones más propias de la le=
ngua
general, como “durante siglos”, o colocaciones de índole creativa, como
“tiendas venerables”, donde, de forma sorprendente, un adjetivo atribuido
normalmente a una persona califica aquí un espacio16.
De
nuevo, la guía vuelve a retomar la idea de que modernidad y tradición se
entretejen —y volverá a hacerlo más adelante, cuando, por ejemplo, señale q=
ue
“la pequeña pero variada oferta de ocio de Kioto deja espacio para lo
clásico y lo contemporáneo” (Anónimo, 2018, p. 188; énfasis añadido)—. =
No
obstante, también gana protagonismo de forma notable un estereotipo que ya =
se
podía adivinar en las descripciones previas: el exotismo, un tipo de alteri=
dad
centrado en la idealización de aquellos aspectos del Otro que causan extrañ=
eza,
pero que coinciden con los estereotipos y prejuicios que se tienen de esa
cultura y que, por tanto, refuerzan (González-Rey & Quintairos-Soliño, =
en
prensa). En apenas dos oraciones, se prese=
nta
una retahíla de conceptos que, al más puro estilo modernista, trasladan al
lector a un Japón antiguo, lejano y delicado. Esto se consigue con la menci=
ón a
la artesanía, los abades, los maestros del té y los mercaderes, que activan=
la
imagen de un Japón, como poco, decimonónico, pero también al destacar la
complacencia secular de los estamentos más altos del país, a los que se les
atribuye un gusto exquisito. Si el exotismo podía adivinarse en los
ejemplos anteriores, queda confirmado al cierre del párrafo: “Aquí coexisten
tiendas venerables y comercios apilados con las últimas novedades, haciendo=
de
las compras una experiencia curiosa, pero nunca aburrida […]” (Anóni=
mo,
2018, p. 184; énfasis añadido). Con esta colocación sustantiva se remarca la
extrañeza (“experiencia curiosa”) que produce en el extranjero visitar las
tiendas del barrio, aunque bañada siempre de positividad (“pero nunca
aburrida”).
La
descripción de la ciudad de Nara, también antigua capital del país, sigue la
misma línea de las descripciones de Kioto:
En la ciudad de Nara convergen naturaleza, religió=
n y
arquitectura, y los viejos templos de madera evidencian su antigüedad. Aquí,
los ricos panteones indios y chinos reinterpretados se contraponen a una ci=
udad
llena de apacibles jardines de paseo, olor a incienso y pagodas con voladiz=
os
reflejadas en estanques verdes. (Anónimo, 2018, p. 191).=
Ávida incorporadora de ideas nuevas, la ciudad se
transformó en la gran diócesis del budismo y en el lejano destino oriental =
de
la Ruta de la Seda. Por fortuna, Nara conserva muchos de sus edificios. Con=
sus
colinas arboladas y sus templos ajardinados, la ciudad es todo un símbolo de
tranquilidad (Anónimo, 2018, p. 194).
En
ambos párrafos se hace hincapié en el exotismo, que evoca una imagen delica=
da,
exquisita, orientalista, misteriosa y tradicional de Japón. Esa imagen se
traslada mediante fraseologismos, consolidados o creativos, de índole
terminológica, ponderativa o apelativa. Los consolidados se manifiestan en =
su
forma más canónica, en expresiones terminológicas tales como “olor a incien=
so”,
“pagodas con voladizos” o “estanques verdes”; los creativos, mediante, por =
una
parte, un tipo de construcción muy recurrente en la fraseología de tipo
ponderativo, como es la construcción [adjetivo + colocación], utilizada en
expresiones tales como “viejos templos de madera”, “ricos panteones indios y
chinos” o “apacibles jardines de paseo”, en las que los adjetivos “viejos”,
“ricos” y “apacibles” sirven para ponderar una fraseología terminológica
objetiva presente en las colocaciones “templos de madera”, “panteones indio=
s/chinos”
y “jardines de paseo”; y por otra, expresiones de nueva formación, con
elementos combinados de modo creativo, tales como “diócesis del budismo”,
“lejano destino oriental” o “templos ajardinados”.
Lo
mismo ocurre con el argumentador ser todo un símbolo de [tranquilidad]=
i>
para caracterizar la ciudad de Nara, que pondera con el adjetivo “todo” la
colocación “ser un símbolo de”. La función de este tipo de fraseología híbr=
ida,
a la vez objetiva y subjetiva, se pone al servicio de la caracterización de=
los
lugares para destacarlos en todos sus aspectos. En este caso, y de forma
opuesta al tratamiento dado a Kioto, se ha dejado totalmente de lado lo
contemporáneo para subrayar la arquitectura y su integración en la naturale=
za
como el principal valor de la ciudad. Esto se consigue mediante un tejido
fraseológico que pone énfasis, mediante el uso de modalizadores, en el apre=
cio
a la arquitectura de Nara, fácilmente observable en el segundo párrafo, cua=
ndo
el modalizador por fortuna precede a la oración Nara conserva muc=
hos
de sus edificios, recalcando, de nuevo, el carácter ponderativo y subje=
tivo
del texto.
Como
ya hemos mencionado anteriormente, los textos turísticos tienden a dar gran=
importancia
cualitativa al lugar, a la idiosincrasia, a la historia (a través de sus
personajes, eventos y monumentos), a los lugares más visitados o autóctonos=
, a
la seguridad, entre otros aspectos. En DK – Guías visuales: Japón qu=
izá
sea la descripción de Osaka la que concentre el mayor número de estereotipos
culturales y lingüísticos referidos a estos puntos. Así, se resaltan:
a)
b)
c)
d)
e)
El
análisis del apartado de Osaka es extrapolable al resto de la guía. Podríam=
os
concluir, por tanto, que estamos ante un texto que cumple con los rasgos
definitorios del género turístico, con un tejido fraseológico denso que se
corresponde a la vez al propio de la lengua de especialidad, en el uso obje=
tivo
de su tecnolecto más prefijado, y a la lengua general, en el uso subjetivo =
de
sus elementos, empleados aquí para poner en valor el discurso turístico.
Por
otra parte, la Guía azul: Japón (2016), que presenta sus contenidos =
bajo
el lema “Las mejores guías para los verdaderos viajeros”, recurre a una
descripción mucho más personal, subjetiva, que recuerda a los diarios de vi=
ajes
decimonónicos18. La redacción es extremadamente coloquial, próxi=
ma
al lenguaje hablado, con, por lo tanto, una presencia mayor de la fraseolog=
ía
subjetiva, mediante expresiones de índole incluso afectiva: ¡Qué sana
enviada!, ¡qué alivio!, ¡bendita tierra!, como pod=
emos
observar en los siguientes párrafos:
Cultura y tradición es lo que les enamora de nuest=
ro
país; y Cultura y tradición es lo que nos gusta a nosotros de Japón pero co=
n un
valor añadido: lo bien organizado que está todo, lo amables que son, el niv=
el
de vida que tienen… (García Marín & Martínez, 2016, p. 5).=
Incluso sorprende ese Japón friki que tanto gusta a
los otakus y que se desfoga de las rigideces diarias pero que no molesta a
nadie, ni deja orines ni botellones ni pintadas por los rincones. […] ¡Qué =
sana
envidia cuando ponemos la falsilla de nuestro país bajo el papel fino japon=
és!
Quitando los diseños de las guitarras, los japoneses apenas tienen nada que
copiarnos (García Marín & Martínez, 2016, p. 5).=
Japón es uno de los países que más ha contribuido =
a lo
que hoy llamamos globalización. Tal equilibrio es uno de sus grandes logros=
: no
dar la espalda a la Historia y a la vez mirar con inteligencia hacia el fut=
uro.
Esa es otra lección que la vieja piel de toro sin I+D todavía no hemos sido
capaces de resolver (García Marín & Martínez, 2016, p. 5-6).=
¡Qué alivio!, aquí no es necesario ni habitual dar
propina en ningún lugar por un servicio prestado. […] Esta gente es lista, =
se
ahorran los caretos que ponen algunos en España cuando no les damos una sol=
dada
extra o la obligada extra. En Japón, ¡bendita tierra!, dejar una propina en
muchos casos es una ofensa para quien la recibe (García Marín & Martíne=
z,
2016, p. 31).
En
el primer párrafo, García Marín y Martínez parten de la colocación “cultura=
y
tradición”, como argumento de apertura que comparten Japón y España, para
establecer luego una comparación en la que sale ganando Japón, incluso en su
aspecto más singular (“ese Japón friki”), con alguna pequeña excepción en
relación con España y que reciben con alivio (“por lo menos un punto a favor
nuestro”, p. 5). Se aprecia una clara idealización del país asiático al
destacar los autores aquellos aspectos que ellos consideran positivos con
respecto a los propios y que resaltan con una fraseología de registro más
culto. Así, retratan globalmente Japón con la colocación “valor añadido”, q=
ue
se concreta en expresiones que hacen referencia a su “nivel de vida”, a “lo
bien organizado que está todo” o, en el tercer párrafo, a sus “grandes logr=
os”,
que son “no dar la espalda a [la Historia]” y “a la vez” “mirar hacia el
futuro” “con inteligencia”.
En
contraposición a estas cualidades, la fraseología con la que aluden los aut=
ores
indirectamente a España en el segundo párrafo es mucho más familiar y
conceptualmente negativa, aunque la formulación lingüística se haga de form=
a no
asertiva directamente en relación con Japón: Japón “no molesta a nadie” [no
molestar a nadie] o “no deja [pintadas] por los rincones [dejar =
(algo)
por las esquinas/los rincones] (entiéndase que España, sí); los japones=
es
“apenas tienen nada que [copiarnos]” (entiéndase que los españoles, sí),
expresión esta con doble efecto, ya que por una parte, está calcada sobre <=
i>no
tener nada que envidiar a [alguien] (pero se omite aquí la palabra porq=
ue
ya está presente en la exclamación que antecede: “¡Qué sana envidia”) y por
otra, si alguien tiene que envidiar o copiar a alguien son los españoles a =
los
japoneses, como lo expresa dicha exclamación.
En
el tercer párrafo, la calidad que los autores quieren destacar de Japón ya =
no
es su cultura y tradición o su singularidad, sino su dimensión internaciona=
l,
opuesta a la “vieja piel de toro” “sin I+D”, en referencia a España, con
expresiones que aluden veladamente a su condición de país retrógrado y con
falta de innovación. Así lo indican la metáfora de la piel de toro en
alusión a la forma geográfica del país19 y, de paso, a su tradic=
ión
taurina, acompañada del adjetivo “vieja”, y las siglas I+D como elemento
metonímico relativo a la investigación científica y el desarrollo tecnológi=
co,
que con la preposición “sin”, denota precisamente su carencia en este campo=
.
Finalmente,
en el cuarto párrafo, los autores tiran de un ejemplo concreto para comparar
los hábitos sociales de Japón y España en lo que concierne la propina. <=
/i>En
este pasaje se desarrolla toda una fraseología subjetiva en torno a la
colocación terminológica de apertura de párrafo, propia sobre todo de la
restauración, dar/dejar propina, aunque este acto puede afectar a
cualquier servicio prestado. Esta expresión es introducida por el
pragmatema afectivo ¡qué alivio! y da lugar a sinónimos más familiar=
es
del colocativo, como dar la soldada extra o dar la obligada extra=
,
cuando se utilizan en referencia a España. Sigue el tono familiar, incluso
vulgar, cuando aluden a las reacciones de los prestadores de servicio que no
reciben la esperada propina: poner careto, frente al tono neutro,
incluso más culto, cuando se refieren a la reacción de los japoneses si se =
la
ofreciesen: ser (algo) una ofensa para (alguien). La propia fraseolo=
gía
afectiva marca la diferencia ya que se emplea aquí siempre para mostrar la
preferencia por Japón.
En
definitiva, este análisis del tejido fraseológico aplicado a unos pocos
párrafos nos basta para constatar cómo en esta fraseología híbrida la parte
subjetiva domina la objetiva, con un valor descalificativo en el caso de Es=
paña
y ponderativo en el caso de Japón.
Pero
esta estereotipia lingüística se observa también en esta Guía azul e=
n la
elevada presencia de sesgos culturales, en su mayoría de carácter prejuicio=
so,
perceptible en la selección de los elementos destacados por los autores. Pa=
ra
observar el funcionamiento estereotípico de esta obra analizaremos la secci=
ón
de Osaka a partir de los aspectos a los que los textos turísticos dan
importancia cualitativa, tal y como hicimos con la guía DK – Guías visua=
les:
Japón:
a)
b)
c)
d)
e)
Como
vemos, el tejido fraseológico de esta guía contiene, al igual que en el cas=
o de
la guía de DK, numerosas expresiones ponderativas con función de argumentad=
ores
dentro del discurso turístico, pero también una gran cantidad de locuciones=
con
función de modalizadores que refuerzan el punto de vista de los autores, co=
mo
es el caso de sin duda, a pesar de~, es poco probable que~, lo cierto es
que~, etc. Esta profusión de modalizadores refuerza la subjetividad del
contenido, ya de por sí cargado de estereotipia lingüística y sesgos
culturales, como vamos a ver a continuación.
4.3. La presencia de sesgos culturales
En =
este
sentido, siguiendo la clasificación propuesta en González-Rey y Quintairos-=
Soliño
(en prensa), los sesgos orientalistas que suelen afectar a los escritos sob=
re
Japón serían el “Japón perdido”, el “Japón lejano, pero conocido”, el “Japón
asalvajado”, el “Japón exótico” y el “Japón femenino”. Ya hemos visto cómo =
en
el caso de DK – Guías visuales, la estereotipia presente se correspo=
nde
con la del “Japón exótico”. En el caso de la Guía azul, por el
contrario, el abanico es más amplio. En estos fragmentos que describen Kiot=
o:
Hay que señalar que Kyoto fue hermosa y lo sigue
siendo, pero como en la mayoría de las modernas ciudades, también ha sufrido
las devastaciones de la arquitectura moderna, cuyos bloques de cemento
contrastan con los antiguos edificios (García Marín & Martínez, 2016, p.
405).
Más al sur se encuentra el corazón del Japón
tradicional; o sea, Kioto, que encierra entre sus nuevas construcciones —co=
mo
ese amasijo de vanguardia que es su rarísima estación central de tren— herm=
osos
y numerosos templos y santuarios históricos y jardines secos y jardines húm=
edos
que os dejarán, sin duda, boquiabiertos (García Marín & Martínez, 2016,=
p.
6).
se
encuadran los sesgos del “Japón perdido” y el “Japón femenino”, donde se
muestra el disgusto por la aparición de construcciones contemporáneas (m=
odernas
ciudades) en ciudades consideradas cunas de la tradición nipona (ant=
iguos
edificios) a través de expresiones como devastaciones de la arquitec=
tura
moderna, amasijo de vanguardia, bloques de cemento o rarísima estaci=
ón
central. Estas se contraponen a las anteriormente empleadas en la guía =
DK-guías
visuales para describir la ciudad y sus tradiciones o para resaltar el
carácter elegante y delicado de Japón a través de atributos que el oriental=
ismo
achaca tradicionalmente a “lo femenino”: hermosos […] templos; corazón d=
el
Japón tradicional; jardines secos; jardines húmedos…
Por
otra parte, aunque la función apelativa de los textos turísticos sirve para
interpelar al lector con el fin de llamar su atención sobre los aspectos
positivos del lugar, resaltando su atractivo y buscando, con optimismo, las
ventajas de su visita, el carácter altamente personal y subjetivo de la =
Guía
azul la aleja, en esto también, de las demás guías. Recurre a esta func=
ión
para recalcar lo negativo, esta vez con respecto al propio Japón, desmarcán=
dose
casi por completo del estilo más objetivo, aunque también promocional, de la
guía DK. Sirva de ejemplo el siguiente fragmento, en el que se describe el
castillo de Osaka, uno de los monumentos más importantes del país:
No creáis que se trata de un
inmenso castillo, el interior defrauda a cualquiera (García Marín &a=
mp;
Martínez, 2016, p. 454; énfasis añadido).
Si
bien es cierto que la apariencia externa del monumento llama mucho más la
atención que su interior, la forma de expresarlo en la guía de García Marín=
y
Martínez es extremadamente familiar e incluso podría encajar en el sesgo del
“Japón lejano, pero conocido”, pues la idealización de la construcción —cuya
descripción e imagen aparece en numerosas guías, obras y reportajes sobre el
país— choca con la realidad, lo que provoca la decepción de quien no
encuentra lo que esperaba. La forma tajante en la que García Marín y Martín=
ez
describen la construcción contrasta con la descripción de la guía de la
editorial DK, que hace gala de un estilo más elegante, persuasivo, para
anticipar una posible desilusión del visitante, siempre de una manera mucho=
más
indirecta, respetuosa y diplomática:
La reconstrucción actual del castillo (1931) es más
pequeña que el que completara Hideyoshi en 1586, pero permite hacerse u=
na
idea de la grandiosidad del original. (Anónimo, 2018, p. 205; énfasis
añadido).
Otro
sesgo cultural presente se puede observar en la guía de García Marín y
Martínez, a saber, el sesgo del “Japón asalvajado”. Tomemos como ejemplo los
siguientes extractos:
Las cámaras de turistas persiguen a las geishas, c=
azar
fotográficamente a alguna es casi una proeza, uno de los grandes trofeos y
satisfacciones que suelen tener los gaigines (García Marín &
Martínez, 2016, p. 6).
Aunque es una gran ciudad, no esperéis que tenga
muchas cosas para visitar en plan monumental, pero sí hay muchos sitios en =
los
que merodear (García Marín & Martínez, 2016, p. 453).=
La
idea que se transmite en el primer ejemplo es la de que el gaijin (i=
ncorrectamente
transcrito como *gaigines) es un cazador de geishas, aunque d=
icha
caza sea fotográfica. Esto convierte a las geishas, ciudadanas japonesas, en
presas de los extranjeros y, en caso de que los turistas, cámara en mano (“=
las
cámaras de turista”, como locución personificada) consigan atraparlas, tamb=
ién
en meros objetos, identificados a través del símbolo del trofeo. Tras
esta percepción subyacería, pues, el sesgo del “Japón asalvajado”.
Por
otra parte, en el segundo ejemplo llama la atención la elección del verbo <=
i>merodear
en la expresión merodear en muchos sitios. La elección de este
verbo en lugar de, por ejemplo, deambular sugiere que el gaijin <=
/i>o
extranjero recorre la ciudad con fines oscuros, lo cual entronca con la idea
del primer ejemplo: Japón es territorio de caza y el extranjero, el cazador=
.
Otro
aspecto destacable de la elección del léxico es la profusa utilización del
término japo, apócope de ‘japonés’:
En cuanto a la gente, aquí son especialmente
simpáticos y hablan un japonés muy especial, o dilecto del japo [sic], cono=
cido
como osaka-ben. (García Marín & Martínez, 2016, p. 454).
Esto es especialmente curioso porque, tal y como
indican numerosas fuentes (vid. Nora, 2007; Stephenson, 2015; Candil, 2016)=
, japo
es un término racista, equivalente a utilizar chinito/a o ama=
rillo/a
al hablar de la población china o panchito/a al referirse a la
latinoamericana. Bien sea por racismo, bien por desconocimiento, con el uso=
de
la apócope japo, la Guía azul está perpetuando y difundiendo
estereotipos y prejuicios discriminatorios en una guía dirigida a viajeros =
que
pretenden informarse sobre su destino y que confían en que la misma haya si=
do
creada por expertos en la cultura que les interesa conocer.
En definitiva, la importancia de la selección del
léxico empleado en una guía de viaje es innegable. El hecho de elegir un
término u otro cambia la percepción de la actividad que se describe y eso es
algo fácilmente observable en la guía de García Marín y Martínez, en la que=
se
aprecian, como hemos visto, numerosos sesgos culturales.
4.4. Traducción y paratraducción
Una
diferencia relevante entre la guía DK y la Guía Azul proviene de su
autoría de partida. La primera ha sido redactada en inglés y traducida al
español, mientras que la segunda ha sido elaborada directamente en lengua
española. En la primera, estamos pues frente a una traducción interlingüíst=
ica,
pero en la segunda, como hemos indicado anteriormente, nos encontraríamos a=
nte
una paratraducción espontánea donde los autores paratraducen Japón para que
este sea comprendido por los lectores hispanohablantes. Pese a la buena
intención de la obra, que intenta utilizar un lenguaje próximo y asequible,
fácil de entender, con el fin de dar la sensación de que quien nos está gui=
ando
es un amigo, el resultado es un texto muy subjetivo que se aleja del protot=
ipo
de texto turístico para adentrarse en el territorio de los diarios de viaje.
Estos, por sus características (González-Rey & Quintairos-Soliño, en
prensa), muestran una falta de conciencia sobre el modo en que sus autores
describen los hábitos de las poblaciones: por un lado, despectivo con respe=
cto
a España, con expresiones muy familiares y, por el otro, entre reverencioso=
y
de excesiva confianza con respecto a Japón, con expresiones o bien cultas o
queriendo marcar una relación de falsa proximidad con la cultura de destino.
Esa falta de conciencia recuerda la ausencia completa de autocrítica o
autocensura, propia de la época decimonónica en la que se inscriben los dia=
rios
de viaje.
Por
tanto, la paratraducción que se ha realizado de Japón en la Guía azul =
i>es
muy estereotipada, cargada de heteroestereotipos y sesgos culturales, y pla=
gada
de comentarios de sus autores, algo que rompe la pretendida objetividad de =
lo
subjetivo, que es la clave en este tipo de textos turísticos. En consecuenc=
ia,
la paratraducción que se está haciendo de la cultura de origen (Japón) no
resulta en este caso muy apropiada, pues no traslada al viajero elementos d=
e la
cultura nipona necesarios para evitar la propagación de sesgos.
En
cuanto al uso del japonés en esta obra, resulta especialmente llamativa la
combinación de los insertos en esta lengua con el texto en español, la cual=
se
produce desde la propia introducción. No obstante, una vez más se puede
observar claramente el conocimiento superficial que tienen los autores del =
país
que describen a lo largo de las 571 páginas de la guía. De este modo, se han
escrito incorrectamente expresiones como yōkoso, transcrito
erróneamente como *yosoko (p. 5); *gaigin, cuya transcripción=
es gaijin
(p. 5); takoyaki, el cual aparece como *takoyati en la gu=
ía
(p. 453); shamisen, transcrito como *samisen (p. 452) o su=
mimasen,
presentado como *sumi-masen (p. 5). También se ofrecen descripci=
ones
poco adecuadas, como es el caso del plato okonomiyaki, una especie de
tortita rellena preparada a la plancha cuya denominación se compone de los
términos okonomi (‘lo que tú quieras’) y yaki (‘a la parrilla=
’).
A pesar de ser uno de los platos más famosos de la gastronomía nipona, Garc=
ía
Marín y Martínez lo definen como un “pastel de carnes que también puede ser=
de
pescado o de verdura”, una descripción poco precisa, genérica en cuanto al
relleno y que puede dar lugar a confusión, ya que su apariencia, muy plana y
redondeada, de ninguna forma podría confundirse con la de un pastel.
Por
su parte, DK – Guías visuales ha sido traducida del inglés al españo=
l,
aunque en los créditos no se indica quién firma dicha traducción. Aun así, =
la
lengua de redacción original determina el resultado final en la lengua meta=
, ya
que los traductores en el proceso traductológico pueden caer en el riesgo d=
e no
trasladar correctamente alguna expresión o introducir un contrasentido, per=
o no
en el de alterar la visión de los autores sobre el país y su cultura. En es=
te
caso, el resultado es fluido, muy idiomático, y aúna muchas de las
características de su lenguaje de especialidad en el ámbito hispanohablante=
, lo
que da lugar a un tejido fraseológico rico y variado. Las descripciones tie=
nden
a ser positivas y optimistas y los pocos adjetivos con connotaciones negati=
vas
que aparecen se reservan para aquellos aspectos más oscuros de la historia =
o de
los monumentos que se presentan: en Hiroshima, hay sobrios monumentos =
i>que
provocan una inesperada sensación de apatía y nerviosismo en muchos
visitantes (p. 218); de igual manera, la misma ciudad ofrece algo más
que su lamentable legado atómico (p. 218), algo que, remarca, es un
perturbador recordatorio de la destrucción librada sobre la ciudad (p.
218). En definitiva, no se evita hablar de los aspectos menos agradables del
país, pero se muestran como la consecuencia de determinados eventos históri=
cos;
tampoco se juzgan las decisiones tomadas en Japón en lo referente a las nue=
vas
construcciones porque debe ser el visitante quien valore el lugar en funció=
n de
lo que percibe. Únicamente en la propia introducción de la obra se pone en
manifiesto la postura de la guía respecto de la presencia de arquitectura
tradicional y contemporánea: “La sed de innovación y desarrollo no ha
aniquilado la herencia espiritual o la gracia con la que se acoge a los
visitantes” (p. 25).
Por
otra parte, esta obra también introduce insertos en japonés, aunque en mucha
menor medida y siempre en un contexto que justifique su inclusión, como es =
el
caso de la terminología japonesa que, entre paréntesis, acompaña al término
español para facilitarle la visita a aquellos viajeros que no hablen japoné=
s:
“La floración (hanami) se celebra…” (p. 25). Otro ejemplo podemos
encontrarlo en la presentación de la ciudad de Osaka:
El dicho japonés Kyoto kidaore; Osaka kuidaore<=
/i>
sugiere que los ciudadanos de Kioto se arruinarían comprando quimonos, y lo=
s de
Osaka lo harían comiendo fuera demasiadas veces (Anónimo, 2018, p. 204).
Con este refrán, se ilustran, mediante un luego de
palabra entre kidaore y kuidaore, los hábitos tradicionales de
los habitantes de Kioto y Osaka a través de un endoestereotipo (es decir, un
estereotipo propio de Japón), con el objetivo de que el visitante comprenda=
qué
debe esperar de cada una de las ciudades de acuerdo con la cultura popular
japonesa.
Sin duda, las dificultades lingüísticas y cultural=
es
de la traducción de los contenidos presentes en las guías de viajes son
numerosas, pero la principal estrategia que debe seguirse al trabajar con g=
uías
de viajes es la de minimizar siempre que sea posible el choque cultural del
lector desde el respeto a la cultura origen. La objetividad es primordial a=
la
hora de abordar este tipo de textos porque, de lo contrario, podría caerse =
en
sesgos culturales como los que hemos analizado. Del mismo modo, al incluir
términos, símbolos y prácticas desconocidos deben aportarse todas las
explicaciones que se consideren oportunas mediante las técnicas traductológ=
icas
pertinentes para evitar que los símbolos se malinterpreten porque, ante tod=
o,
la guía de viaje debe acompañar al viajero, mostrarle su destino, aconsejar=
le
en la toma de decisiones y enseñarle a apreciar un lugar que podría resulta=
rle
difícil de comprender. Por eso, la herramienta más eficaz de la que disponen
traductores y autores a la hora de tratar las referencias culturales es el
conocimiento profundo de las culturas origen y meta con el objetivo de evit=
ar
tendencias orientalistas que tergiversen el producto (Quintairos-Soliño, en
prensa).
5.
CONCLUSIONES
Las guías de viaje son productos con una gran carga
cultural; densas en cuanto a contenido y, generalmente, también en cuanto a
paratextos. Por tanto, de igual manera que los textos necesitan una traducc=
ión,
los paratextos requieren su correspondiente paratraducción. La actividad
traductora, sea o no hecha por profesionales, es omnipresente, pues en este
tipo de textos se incluyen una gran cantidad de símbolos, imágenes y términ=
os
de otras culturas que han de explicársele al lector/visitante. Así, entra en
juego la capacidad de los autores/traductores de transmitirle a una cultura
meta los entresijos de la cultura origen sin caer en sesgos culturales ni
prejuicios.
En este estudio sobre las guías turísticas, hemos
podido analizar cómo la estereotipia forma parte de su definición como géne=
ro
textual en cuanto a su forma y su fondo. En esa estereotipia intervienen sus
dos sentidos: el primitivo, como texto fijo y repetido, y el metafórico, co=
mo
ideas preconcebidas. Esta segunda acepción aflora cuando autores alófonos d=
ejan
translucir en sus guías sobre países con lenguas y culturas diferentes a las
suyas sus representaciones sobre las mismas, estableciendo comparaciones que
pueden ensalzar a unas en detrimento de otras. En la elaboración de esta
estereotipia formal y conceptual opera una fraseología híbrida que intenta
mantener en equilibrio un discurso objetivo y promocional, mediante el uso =
de
expresiones terminológicas, ponderativas y apelativas. Aunque clasificada c=
omo
texto descriptivo, la guía turística fundamenta su función propagandística =
en
figuras típicas de la retórica aristotélica donde se mezclan lo objetivo y =
lo
subjetivo. Dentro de esas figuras destaca la comparación como recurso para
crear contrastes entre el pasado y el presente de cada lugar, sus tradicion=
es y
su modernidad, su idiosincrasia y su universalidad. En esa figura fían las
guías todo su argumentario, al establecer incluso comparaciones no solo
locales, entre ciudades del propio país que promocionan con el fin de seguir
prolongando el interés del turista, sino interculturales, con otros países,=
con
la intención de reforzar el imaginario del turista, suscitándole impresione=
s a
la vez de extrañeza y familiaridad.
Ahora bien, el análisis de dos guías sobre Japón n=
os
ha servido para mostrar que persisten en ellas ciertos sesgos culturales,
sesgos que desbordaban los diarios de viajes de los siglos XIX y XX y que
siguen presentes en las guías turísticas del siglo XXI. Aun así, existen
diferencias notables, ya que, para la guía DK – Guías visuales, prima
explotar el exotismo del país siempre desde una perspectiva lo más amable y
positiva posible y con la aparente prioridad de no juzgar al Otro. Por otra
parte, la Guía azul es mucho más directa, contundente, categórica, m=
ucho
más próxima a la de los diarios de viajes decimonónicos, mostrando sin tapu=
jos
la opinión de los autores sobre determinados elementos culturales japoneses=
y
españoles en busca de la complicidad con el lector. En consecuencia, podría=
mos
decir que DK – Guías visuales encaja en la idea de “guía de viaje”
actual al cumplir las características que se le presuponen a este tipo de
textos, mientras que, por su parte, la Guía azul rompe con ese corsé=
, lo
que da lugar a una actualización del diario de viajes tradicional que puede
resultar atractiva para algunos lectores.
Evidentemente, sería necesario continuar con esta
línea de investigación, observando el comportamiento de otras guías —origin=
ales
y traducidas, apelativas y mixtas, sobre Japón y sobre cualquier otro desti=
no
del mundo— ante el análisis de su estereotipia y de su tejido fraseológico =
con
el fin de comparar resultados, perfilar conclusiones e intentar determinar =
cuál
será su evolución.
NOTAS
1=
Con
el apoyo del Centro Ramón Piñeiro para a Investigación en Humanidades de la
Secretaría Xeral de Política Lingüística de la Consellería de Cultura,
Educación e Ordenación Universitaria de la Xunta de Galicia (España).
2=
Su
estudio se basa en el análisis de las diferencias existentes en las formas =
que tienen
los viajeros de planificar sus viajes, teniendo en cuenta las distintas fue=
ntes
de información turística que manejan.
3 Cf. https://dle.rae=
.es.
4=
Cf.
Mira Rueda (2009).
5=
Cf.
ht=
tps://www.euroinnova.edu.es/blog/que-es-guia-turistica.=
6
Para más detalles sobre la literatura de viajes ver González-Rey &
Quintairos-Soliño (en prensa).
7
Traducción propia: “El estudio de los tecnolectos implica, para los
terminólogos, recurrir a la perspectiva textual de la terminología y,
especialmente, al estudio de la fraseología”.
8
Traducción propia: “Sería más interesante detectar y describir los ‘frasema=
s’
(o ‘fraseologismos’) […] con el fin de enriquecer las instrucciones de uso =
de
los términos dentro de su ámbito discursivo”.
9=
La
paratraducción es un concepto creado en la Universidad de Vigo en 2005 en t=
orno
a las circunstancias paratextuales que inciden en los procesos de traducció=
n e
interpretación. La llamada “Escuela de Vigo” ha convertido ese concepto en =
su
eje de reflexión y análisis.
10
Para más detalles ver González-Rey (2020).
11
Las colocaciones se entienden como “unidades estables formadas por dos unid=
ades
léxicas en relación sintáctica, que no constituyen, por sí mismas, actos de
habla ni enunciados; y que, debido a su fijación en la norma, presentan
restricciones de combinación establecidas por el uso, generalmente de base
semántica: el colocado autónomo semánticamente (la base) no solo determina =
la
elección del colocativo, sino que, además, selecciona en éste una acepción
especial, frecuentemente de carácter abstracto o figurativo” (Corpas Pastor,
1996, p. 66), como sería el caso de fuente + adjetivo (“fuente de
diversión”) o tendencia + adjet=
ivo
(“tendencia actual”) (DiCE).
12
Las locuciones, siempre de acuerdo con Corpas Pastor (1996: 88), son “unida=
des
fraseológicas del sistema de la lengua con los siguientes rasgos distintivo=
s:
fijación interna, unidad de significado y fijación externa pasemática”.
Constituyen elementos oracionales con distintos valores categoriales
(nominales, verbales, adjetivas, adverbiales, prepositivas o conjuntivas) y=
que
destacan por su cohesión semántica. Entre otros ejemplos, podríamos citar “a
cántaros” o “estirar la pata” (DiLEA).
13
Entendemos por ‘esquemas fraseológicos’ aquellas “construcciones esquemátic=
as
donde lo que forja el carácter fraseológico es el molde sintáctico, no un
elemento léxico que resalte sobre los demás” (Mura, 2012, p. 98). Algunos
ejemplos recopilados por Mura (2014) son “ni… ni…” o “qué… ni qué…”.
14
http://www.lonelyplanet.es/Turismo_Destino_Argentina_156.html.
1=
5 En
fraseología, existe una línea difusa entre las unidades fraseológicas y las
demás unidades plurilexemáticas de la lengua, que también tienen cohesión
interna y función designativa, como son, por ejemplo, los sintagmas compues=
tos
(Corpas Pastor, 1996, p. 91). Sin embargo, estos son cada vez más considera=
dos
como unidades propiamente fraseológicas. Cf. Sliwa (Unités polylexicales, p.
408) para quien existe, en el marco de los sintagmas compuestos nominales, =
tres
categorías posibles: “les expressions idiomatiques nominales (las expresion=
es
idiomáticas nominales), les collocations adjectivo-nominales (las colocacio=
nes
adjetivo-nominales) et les noms composés (y los nombres compuestos)”. Esta
autora se sirve de las nociones de endocentrismo y exocentrismo para definir
los nombres compuestos y distinguirlos los nombres compuestos exocéntricos =
de las
locuciones y los nombres compuestos endocéntricos de las colocaciones.
16
Por una parte, el valor creativo de esta unidad léxica proviene de la
prosopopeya utilizada (figura retórica que sirve para darle vida a elementos
inanimados), por el hecho de asociar un elemento inanimado (la tienda) y un
rasgo humano (venerable). Por otra parte, el valor colocacional se halla en=
la
estructura binaria que define este tipo de unidad fraseológica, a saber, la
base (tienda) y el colocativo con sentido figurado (venerable).
1=
7 Kuidaore
significa ‘arruinarse comiendo fuera (de casa)’. Tal y como se indica en DK
– Guías visuales: Japón, en Japón existe el dicho Kyoto kidaore, Osa=
ka
kuidaore, que “sugiere que los ciudadanos de Kioto se arruinarían compr=
ando
quimonos, y los de Osaka lo harían comiendo fuera demasiadas veces” (p. 204=
).
1=
8 De
acuerdo con Sugimoto (2014, p. 323-325), el “Japón misterioso” es el discur=
so
predominante en las décadas de 1950 y 1960, cuando se exportó una imagen del
país centrada en las tradiciones.
1=
9 La
piel de toro extendida es la imagen que emplea a finales del siglo I a. C. =
el
geógrafo griego Estrabón para describir la forma que tiene la península ibé=
rica
plasmada en un mapa.
<= o:p>
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